Prefacio
De la casa al trabajo, del trabajo a la casa, o del trabajo al gimnasio, a un ¨after office¨, o de vez en cuando al mall; fines de semana de series de TV, almuerzos familiares, asados con amigos y el lunes de vuelta a lo mismo, de la casa al trabajo, del trabajo a la casa … Nos hemos transformado en autómatas o como alguien dijo por ahí, ¨en muertos que entierran a sus muertos¨. Decimos que ya no tenemos tiempo para otras cosas o peor aún, creemos que tenemos la vida resuelta, ya no pensamos, actuamos por inercia, alguien más ya decidió por nosotros. No nos cuestionamos nada y solo acatamos. Para muchos es la rutina, como debe ser, como está determinado, otros lo llaman ¨zona de confort¨. La realidad es que lo anterior solo refleja la fragilidad de lo superfluo. Sí, frágil, basta solo un chispado, un doblar en la esquina, un pestañear, un suspiro y de pronto la famosa zona de confort o de los muertos vivientes está de cabeza, pies hacia arriba, perpleja preguntando aturdida “¿qué ha pasado?” Recién ahí logras ver lo vano del pasado y añoras lo que no has vivido.
Prólogo
Diversos son los motores que impulsan nuestras acciones y reacciones, muchas veces no los reconocemos y solo actuamos, otras, son tan claros como el agua, pero no nos atrevemos a dejarnos llevar por su impulso, nos retraemos y luego, arrepentidos nos sumergimos en un círculo de frustración. Lo claro es que el tiempo es corto y que en gran medida la vida se divide entre quienes toman decisiones y quienes no. Esta historia, un fragmento de la vida de Aitana, muestra el momento crucial en que esta mujer debe determinar, luego de una dura sentencia dictada por el tribunal de la vida, si aferrarse a lo conocido, estable y seguro o tomar las riendas de su existencia y desafiar la condena impuesta por el destino. La reacción fue contundente y la decisión clara, las cadenas debían ser cortadas y dar rienda suelta a la joven para transitar el camino vertiginoso y alucinante que de pronto se reveló ante sus ojos.
I
Mis primeros pasos
En abril del 2008 tuve el privilegio de tener mi primer año sabático. Cuando se tiene esta libertad, es muy importante decidir bien el destino, por lo que después de mirar varios días el mapa, decidí partir a Nueva Zelanda. País que me daba la oportunidad de obtener la visa Work & Holiday, por lo que podría vivir la experiencia de trabajar y también de poder viajar las veces que quisiera dentro y fuera del país por el plazo de un año. Ir a Nueva Zelanda tenía la finalidad de hacer cosas nuevas, aceptar trabajos diferentes a los que haría en Chile, vivir en hostales, compartir con gente de distintas nacionalidades, practicar mi inglés y lo más importante de todo, salir de mi zona de confort, para poder vivir experiencias nuevas, sin importar el qué dirán.
Una de las grandes razones por las que quería vivir en el extranjero era poder tener la oportunidad de valorar y querer aún más a mi familia y amigos. Al estar lejos de ellos por un largo periodo de tiempo, me doy cuenta de lo importante que son ellos en mi vida. Me imagino que es un problema de muchos humanos, necesitamos alejarnos de lo que tenemos para aprender a valorarlo, de lo contrario, lo damos por sentado. Lo importante es que pude hacerlo y por eso me siento agradecida y afortunada.
El Gobierno de Nueva Zelanda otorga la Visa Work & Holiday a extranjeros, para que vayan a trabajar en puestos de trabajo que las personas locales no quieren cubrir. Por lo cual aproveché de trabajar de temporera, vendedora de ropa en una tienda y en la cocina de un restaurante de comida rápida. Trabajando en esos cargos, aprendí cómo quieres que te traten, lo que te motiva, lo que hace que te comprometas con la empresa.
Esta experiencia fue muy beneficiosa para mi vida. Aprendí lecciones que difícilmente hubiese aprendido en Chile, ya que en mi país suelo trabajar en grandes y reconocidas empresas, en cargos del área comercial, acorde a mi profesión, Ingeniero Comercial, donde suelo relacionarme con otros profesionales, de la misma cultura, que piensan parecido a mí. Lo cual es muy cómodo y me agrada, sin embargo, no deja mucho espacio para aprender de otras realidades.
Otra gran lección, fue valorar aún más mi vida en Chile, mi cultura, idiosincrasia, humor, valores. Aprendí que no necesito grandes cosas materiales para ser feliz, siempre y cuando tenga cubierta mis necesidades básicas, como un techo, alimento y abrigo. En realidad, son los momentos simples de la vida los que me hacen más feliz.
*
A principios de enero 2009 llegué a vivir a Queenstown. Una pequeña ciudad en la isla sur de Nueva Zelanda. Además de ser un lugar con variadas oportunidades de trabajo, es conocida por las actividades, como bungy jump, paracaidismo y senderismo. Queenstown es un pueblo pequeño, por lo que podía movilizarme caminando. Además, podía disfrutar del lago que allí se encuentra y sus alrededores durante mis días libres.
A los pocos días, encontré trabajo en una tienda de ropa, como vendedora, donde tuve la suerte de conocer a Mali, Áine, Lili, Zoey y Grace. Armamos un buen grupo en el trabajo, todas tenemos edades similares y disfrutamos al máximo de Queenstown. Mali era la jefe de tienda, ella es tailandesa y pololeaba con Ciarán, un irlandés. Áine, es la más chistosa de todas, es irlandesa. Llevaba varios años con su novio Finbar, y decidieron vivir juntos la experiencia de irse un año a trabajar a Nueva Zelanda. Lili es Argentina, de Buenos Aires. No alcanzamos a trabajar juntas mucho tiempo, pero nos reunimos un par de veces en Queenstown y desde el principio nos llevamos fenomenalmente bien. Siento que seremos amigas para siempre. Grace es de Londres, ella es encantadora, me ayudaba con mi inglés y conversábamos sobre nuestras culturas. Zoey, es de EE. UU., no tuve tiempo de compartir mucho con ella, pero de risa fácil, muy divertida y también está disfrutando la experiencia de recorrer el otro lado del Mundo.
Agosto 2010
Luego de esos maravillosos e inolvidables tres meses viviendo en Queenstown, regresé a Chile. Vuelta a la realidad, buscar trabajo, tener una rutina y todo lo que ya había olvidado mientras estaba de viaje. Me he mantenido en contacto con las chicas de la tienda. ¡Un día me llama Mali y me cuenta que se va a casar! Que emoción y más aún cuando me dice que el Matrimonio se realizará en Tailandia en agosto del 2011 y que ¡Estamos todas invitadas! Será una excelente oportunidad para reencontrarnos. ¡Por supuesto, no me pierdo esa fiesta!
II
Matrimonio en Tailandia
10 de agosto 2011
¡Al fin comienza el esperado viaje!
Al revisar las opciones de vuelos desde Chile a Tailandia, opté por la opción que hace escala en Hong Kong. Por lo que aprovecharé de visitarlo unos días. No soy fan de China, pero sé que Hong Kong es un lugar totalmente diferente, desarrollado, la gente habla inglés, es más educada y es seguro para recorrerlo sola.
En Hong Kong he reservado un Hotel 5 estrellas en el centro. Podría irme en taxi hasta el hotel, pero quiero sentir que aún puedo ser aventurera y mochilear. Así que busqué un mapa de la ciudad y he decidido ir en autobús al hotel. De esta manera podré ir desde ya disfrutando los rascacielos de la ciudad. A veces me sorprendo de mí misma, pues en Chile no tengo posibilidades de andar en transporte público, no estoy acostumbrada, pero cuando viajo, me gusta vivir experiencias nuevas. Lo que no tenía considerado era no saber exactamente dónde bajar, lo que se debe tener en cuenta al viajar en autobús. Según el mapa, son 17 paradas de autobús, pero claro, no sé si está parando en todas. Voy contando, pero no estoy muy segura en cuál de las paradas ya vamos. Es bastante obvio que soy turista, así que, prefiero preguntarle al chofer por el paradero de mi hotel, quien para mi sorpresa entendió mi inglés, ¡Maravilloso! Lo que no fue tan maravilloso fue enterarme de que ya habíamos pasado por fuera del hotel donde me hospedaré. Por suerte, nos pasamos sólo dos cuadras. Así que me bajé y decidí caminar, pues es una corta distancia. Claro que, con una mochila de 23 kilos en mi espalda, en un día soleado, y clima húmedo, las dos cuadras las sentí eternas.
Creo que esta fue la primera y última vez que intenté dármelas de mochilera en este viaje. Era tanto el calor húmedo que era imposible no transpirar, sentía como las gotas caían por mi frente, mi espalda y mi pecho, ¡Qué horrible sensación! Cuando finalmente llegué al hotel, tenía todo el pelo mojado y el vestido pegado a mi cuerpo, todo transpirado. Me acerco a la recepción y le informo a un caballero, en tono agotada, que tengo una reserva. La persona que atendía me mira y me dice:
“¿Usted?” - Mirándome de arriba a abajo, toda sudada y con una gran mochila en mi espalda.
“Sí.” – le digo- “Tengo una reserva a mi nombre.”
“¿Está segura de que es en este hotel?” – Me pregunta con un tono despectivo.
“Sí, lo reservé online y ya está pagado.”
Le pasé mi pasaporte para que lo comprobara, mientras pensaba: Qué tipo más antipático, si tampoco vengo tan indecente. Me buscó en el sistema y ahí estaba mi nombre, y entonces, cambió inmediatamente su actitud y me ofreció que alguien llevara mi mochila a la habitación. Me mordí la lengua para no decirle alguna simpatía.
18 de agosto
Durante mis días en Hong Kong, recorrí los centros comerciales, visité el gran Buda, Disfruté el espectáculo “Symphony of Lights” desde un barco, probé diferentes comidas típicas y recorrí las calles del centro. Esta vez, todo lo hice con tours contratados desde el hotel. No repetiré mi experiencia de ser mochilera, pues hace mucho calor.
Una de las razones por las que quería visitar Hong Kong, era poder ir a Macau, una isla, donde se encuentra el bungy jump más alto del mundo. ¡233 metros de altura! En el barco camino a la isla, se sentó junto a mí un indio, Hari, una persona muy educada, hablaba muy bien inglés, por lo que al llegar a Macau, decidimos pasar juntos el día.
Durante mi estadía en Nueva Zelanda, en el año 2008, también trabajé en una empaquetadora de kiwis, donde tuve la oportunidad de conocer a varias mujeres indias. Ellas me comentaban que sus padres eran quienes decidían con quién debían casarse. Sus matrimonios eran negociados, no realmente por amor. A pesar de que me decían que, con el tiempo se enamoraban de sus maridos. Le pregunté, entonces, a Hari si él se había casado por amor.
“No” – Me explica- “Desde pequeño siempre supe quién sería mi mujer, con quien hoy tenemos dos hijos y estamos felizmente enamorados.”
“Tuviste la suerte de enamorarte de ella” - le comento- “pero ¿cuántos de tus amigos no han sentido lo mismo y se han divorciado?”
“Nosotros no solemos divorciarnos, cuando nos casamos nos comprometemos para siempre. Aunque eso está cambiando.” – Hari cambia su tono, el cual se entristece – “hoy en día las mujeres están comenzando a trabajar, comienzan a tener sus propios ingresos, y muchas de ellas deciden independizarse, divorciarse.”
“¡Guau!” - le digo sorprendida- “Entonces, tal vez siempre quisieron hacerlo, es solo que antes económicamente no podían.”
“No lo sé”- me responde- “Lo único que tengo claro es que mi esposa no podrá trabajar jamás, yo soy su proveedor. No quiero que pueda tener la oportunidad de dejarme.”
Podría haber argumentado por horas con Hari, ya que claramente yo preferiría estar con alguien que estuviera conmigo por amor, y no sólo porque no pudiera independizarse de mí. No obstante, lo acabo de conocer, así que prefiero mantener conversaciones livianas. Suelo escuchar lo que me cuentan, más allá de dar mi punto de vista, pues en temas de culturas, lo mejor es aprender, ya que difícilmente voy a entender y mucho menos compartir su pensamiento.
Me acompañó a tirarme en bungy jump, aunque él no se atrevió. Me cuenta que solía hacer muchas cosas extremas, hasta que tuvo hijos, que ahora debe cuidarse y estar ahí para ellos. Yo no tengo hijos, así que aún puedo arriesgarme.
Subo al último nivel del edificio, me entregan un traje tipo NASA, con el cuál debo saltar. Qué bueno, ya que no sería muy cómodo saltar con una polera con tiritas y una minifalda de jeans. Me colocan un arnés, el cual va amarrado al elástico, del cual dependerá mi vida en los próximos segundos. Todos hablan muy rápido, no te dan mucho tiempo para pensar y tampoco para arrepentirte. Una vez que ya estás ahí arriba, la única opción es saltar. Me acerco al precipicio, el cual es imponente, ¡es tan alto! ¡No puedo creer que vaya a saltar desde acá! Será mi tercera vez saltando desde un puente, pero no por eso es más fácil.
Rápidamente cuentan hasta 3 y ¡salto!
La sensación de ir cayendo, sentir el viento en mi cuerpo, en mi cara, es como ir libremente andando en bicicleta, sin manos, sin frenos, pero mirando al precipicio... Mi peso cae, nada lo detiene, es una caída libre tan pura, llena de adrenalina.
Por una milésima de segundos olvido que estoy amarrada a un elástico. ¡¿Qué he hecho?! ¡¿Cómo salté?!
Ufff no, estoy amarrada, un elástico me va a detener.
Sigo cayendo y al acercarme a la acera, el elástico me recoge, me salva de este gran golpe, subo, nuevamente bajo, subo, bajo, y reboto un par de veces hasta que me ayudan a detenerme y poder liberar mis pies. Estoy tiritando, es la emoción, la sensación de la caída libre, quedo con tanta energía, podría tirarme de nuevo, ¡me encantaría volver a saltar!
*
Mi última tarde en Hong Kong la he dejado para ir de compras a un mercado. Mi hermano me pidió que le comprara unos relojes. Tenía un dato de que en esa feria vendían réplicas de relojes de muy buen nivel. Comencé a mostrar fotos de los modelos que me había encargado mi hermano. Al verlas me dicen que vaya a otro puesto dentro del mismo mercado, luego me envían a otro puesto, y a otro, hasta que di con alguien que me dijo que los tenía. Le pido que me los muestre, pero me dice que no están ahí, que los tiene en otro lugar.
“Ok”- le digo – “vamos.”
Comenzamos a caminar por fuera del mercado. Llegando a un edificio antiguo, abre la puerta de acceso al edificio y me dice que pase. Estaba un poco nerviosa, ya que estaba sola. Encontraba raro que me llevara a un edificio, si yo quería unos relojes que se supone que vendían en el mercado. Comenzamos a subir unas escaleras, los pasillos con luz tenue. Ya me puse más nerviosa, esto era raro. Empecé a rezar y pedirle a mi Papá (Q.E.P.D.) que me protegiera. Seguíamos subiendo, ya íbamos en el tercer piso, ya me estaba cansando, seguramente era su estrategia para evitar que escapara.
Lo peor de todo es que a la mañana siguiente partía a Tailandia, así que nadie se iba a enterar de mi desaparición hasta varios días después, en el matrimonio. Para ese entonces, ya será demasiado tarde, pensé, ya habrán vendido mis órganos.
Llegamos al quinto piso, donde finalmente se abre una puerta antigua de madera. Respiré profundo, intentando normalizar mi respiración, porque, o me mostraba los relojes o salía corriendo, ¡ahora ya!
Por suerte, parece estar todo bien, miro y es un pequeño departamento, más bien un estudio. Lleno de carteras y relojes. Mis latidos se calman, a la vez que me impresionó, pues era una tienda boutique secreta con las marcas más lujosas que se puedan imaginar. Los precios no eran muy bajos, pero viendo la marca, al final pagas 1/5 del valor real. ¡Siento que he descubierto un tesoro! No pude evitar entusiasmarme y comprar varios relojes.
19 de agosto
Junto a mí, en el avión a Tailandia, se sentó un estadounidense, Ian. Al principio no le presté mucha atención, pero resultó hacer mi viaje muy entretenido gracias a sus historias, además, tiene un tono muy humorístico para contarlas. Me dijo que era la primera vez que le tocaba una mujer guapa sentada junto a él en un avión. Verdad o no, me subió el ego.
Al llegar al aeropuerto me acompañó a buscar mi maleta, mi mochila en realidad, a la cinta transportadora. Aparece mi mochila, la agarro y una de sus amarras se atascó en la cinta. ¡no puedo sacarla! comienzo a correr junto a ella, intentando soltarla. ¡Qué vergüenza! Yo, que había estado tan sexy coqueteando en el avión, ahora parecía una loca corriendo junto a mi mochila.
Ian al verme haciendo el ridículo, me quiso ayudar y ¡plop! ¡Se abre un bolsillo y cae un colaless! Qué vergüenza. Por suerte era uno sexy de Victoria’s Secret.
Ian, todo galán me dice: “Guau, dos horas conversando y ya me has mostrado tu ropa interior.”
No pude evitar reírme. Tal vez si lo hubiese dicho otra persona, me hubiese enojado, pero debo admitir que tiene un tono tan simpático al hablar, que fue chistoso su comentario.
*
La primera vez que visité Tailandia, fue en el año 2008, mochileando, con un presupuesto que daba pena, ¡prefiero no acordarme! Ya que ni siquiera me daba para comer tres veces al día. En ese entonces, debía viajar en bus de un lugar a otro. Lo cual, en muchos países, suele ser un viaje agradable, pero en Tailandia, ¡no! No es así, al contrario, terminé agotada de mis recorridos en bus dentro del país. Ya que un viaje que debiese durar 3 horas se convierte en uno de 6 horas. Te cambian de bus, paran varias veces en restaurantes, donde esperan unos 30 minutos para que la gente consuma. Más de una vez el bus se averió y debíamos esperar otra media hora. ¡Terrible! Así que esta vez, evitaré los buses.
Debo ir a Hua Hin, una playa que está 200 km de Bangkok, pero esta vez vengo con dinero, por lo que no me preocuparé de los precios, vengo a disfrutar, así que he decidido ir en taxi, directo, sin paradas hasta mi siguiente destino.
21 de agosto
Qué emoción, después de tanto tiempo, ¡hoy me reuniré con mis amigas de Nueva Zelanda! Zoey, Chloe, Áine y su novio Finbar han llegado a Hua Hin. Los recibí con pisco sour en la terraza del hotel donde conversamos por horas, nos pusimos al día con nuestras vidas y nos acordamos de varias anécdotas que vivimos durante el tiempo que trabajamos juntas. Chloe trabajó en la tienda de Queenstown una vez que yo ya había regresado a Chile, recién la conocí hoy en Tailandia y como las dos estamos viajando solas, compartiremos la habitación durante el viaje.
25 de agosto
Los novios, Mali & Ciarán, sugirieron un hotel en Bangkok para todos los invitados, de esta forma estaremos todos alojados en el mismo lugar. El matrimonio tendrá dos ceremonias, una tailandesa y una irlandesa. La tailandesa se realizará en Bangkok, donde vive la familia de Mali.
En el mismo hotel comenzamos la celebración de la despedida de soltera, ocasión que me dio la oportunidad de conocer a la familia tailandesa de Mali y a la familia de Ciarán, quienes han venido desde Irlanda. Luego de una relajada tarde en el spa, con champaña y fruta, nos fuimos a Khao San Road. Esta es la calle más turística de Bangkok, y uno suele quedarse en esta zona de la ciudad cuando viene de vacaciones. Era extraño estar en Khao San Road con la familia de Mali, ya que son tailandeses y las tailandesas en ese sector de Bangkok suelen ser prostitutas. Pero a ellas no les importó ir a esta zona, con tal de que las amigas extranjeras de Mali pudiéramos vivir la experiencia de ir al sector turístico más popular e imperdible de Bangkok. Fue una despedida de soltera diferente, sin vedettos, ni juegos con preguntas sexuales. Fue más bien disfrutar de una noche con amigas en la capital.
26 de agosto
Pensar que tantas veces le digo a mi Mamá que siempre debe verse bien, que siempre debe andar bien vestida, ya que uno nunca sabe cuándo se va a encontrar con alguien conocido. Tanto que predico, y hoy, que voy de regreso a mi habitación, luego de una tarde en la piscina, chascona, sin maquillaje, envuelta en un pareo, me encuentro a un hombre muy guapo. Vestía una polera azul marino de Abercrombie and Fitch. ¡Me encantó apenas lo vi!
Junto a él estaba la hermana de Ciarán (el novio) y más amigos. Claramente no era mi mejor facha para conocer a alguien, pero aun así fui a saludar. Hay que tener personalidad en esta vida. ¡Para mi suerte, es amigo del novio! También ha venido al matrimonio, por lo que podré verlo nuevamente. Ahora debo comenzar a arreglarme en todo momento. ¡Quiero verme sexy y tierna la próxima vez que nos encontremos!
27 de agosto
Con Áine, Finbar, Zoey y Chloe nos fuimos juntos al lugar donde se efectuará la ceremonia tailandesa. Antes de poder entrar al lugar del evento, había un ritual en el cual debíamos participar. Nos pasaron bandejas con ofrendas, las cuales eran diferentes tipos de comidas. Los familiares y amigos tailandeses cantaban y tocaban tambores, nosotros íbamos caminando atrás de ellos con las ofrendas, paseando por las calles cercanas hasta llegar nuevamente al lugar donde se llevaría a cabo el matrimonio. Qué gran experiencia, más allá de volver a ver a mis amigas, estoy viviendo una ceremonia tailandesa, con ofrendas, cantos, todo el ritual, ¡¡que felicidad!!
Al llegar al acceso de la casa donde tendrá lugar el matrimonio, debemos esperar a que el novio responda algunas preguntas, pasando ciertas pruebas, nos dejarán ingresar con las ofrendas. Hace muchísimo calor, estoy transpirando, la verdad es que me dan ganas de soplarle a Ciarán las respuestas para poder ingresar lo antes posible, quiero estar cerca de un ventilador y tomar un litro de agua.
De pronto, me conversa alguien… No le presté mucha atención, con calor soy poco sociable. Me comentó algo de Chile. ¿Cómo sabe que soy de Chile? me pregunté, pero no estoy de ánimo para averiguar, así que me fui a la sombra. Debo reconocer que soy bastante antipática cuando tengo calor, bueno y también cuando tengo hambre o sueño.
¡Al fin! Ciarán adivinó todo, cantó, bailó y ¡podemos ingresar al lugar! Saludo a Mali y me voy directo a la sombra, junto a un gran ventilador. Nuevamente el personaje del acceso me comienza a conversar, yo ya estaba más relajada y fresca, así que ahora sí estaba con ánimo y ganas de conversar. Bueno, resultó ser el mismo guapetón de polera de A&F que estaba ayer en el lobby del hotel, se llama Padraig De Faoite, claramente, es irlandés.
¡Nos pusimos a conversar y nos gusta hacer lo mismo! Viajar, tirarnos en Bungee, paracaídas, rafting, tirolesa ¡sólo nos falta nadar con delfines! ¡Bastaron cinco minutos conversando para que me gustará, es todo mi estilo de persona y alucinantemente guapo! ¡Obvio que me preocupé de quedar en la misma mesa que él durante el almuerzo y de coquetearle!
Al finalizar la primera parte de la ceremonia, regresamos al hotel.
Padraig me dijo que iría a la piscina del hotel. Llegué emocionada, me puse un lindo vestido para bajar a la piscina, esta vez me preocuparía de verme bien en todo momento. ¡No como cuando me conoció!
Bajé a la piscina, pero no estaba. No entiendo, si me dijo que vendría a la piscina. Debo admitir que me desilusioné al no verlo, pero bueno, ¡estoy de vacaciones en Tailandia!, Así que me puse a disfrutar del sol.
Cuando regresé al lugar del Matrimonio, Padraig se acerca a mí y me dijo que me había estado esperando en la piscina.
“Pero ¿cómo?” - le dije- “Yo también te estuve esperando.”
“¿A qué piscina fuiste?”
“A la que está bajando a mano derecha, con las palmeras en el centro.”- respondo.
“Por eso no nos vimos, yo fui a la piscina con el bar en el centro” - Me comenta Pad.
Claro, cómo no se me ocurrió, obvio que un irlandés iba a elegir la piscina con el bar, no la con palmeras. Qué le importa a él la vegetación, jajaja
Al momento de la cena nos sentamos en la misma mesa. Y por supuesto, me senté junto a él. ¡Me gusta muchísimo! ¡Nunca había conocido a alguien como él! Es tremendamente atractivo, no solo de físico ¡Es su personalidad! Es educado, tierno, caballero, chistoso, sus bromas son con doble sentido ¡me encanta! Ha sido el alma de la fiesta, nos ha mantenido a todos felices con sus historias. No he podido dejar de coquetearle, es algo innato.
Al terminar la fiesta, no me quería ir a dormir, quería seguir disfrutando mi tiempo con Padraig, es tan entretenido ¡me siento tan feliz! Así que propuse seguir la fiesta en nuestra habitación. Obviamente, mis amigos felices se unieron a la celebración.
Con Chloe tenemos una habitación para fumadores, pero ella no fuma, por lo que comenzamos la fiesta en la habitación y el que quería fumar se iba al baño y regresaba. Sin darnos cuenta, nos fuimos quedando en el baño, y poco a poco la fiesta terminó siendo en este espacio de 6 metros cuadrados, con una tina, un WC y un lavamanos. Finbar figuraba dentro de la tina, fumando puros y bebiendo whisky, yo estaba junto a él, pero afuera de la tina bebiendo un vodka Redbull, Chloe y Áine estaban sentadas sobre el mueble del lavamanos y Padraig se acomodó en el WC, quienes disfrutaban de una cerveza tailandesa, Singha.
Cantamos, bailamos, todo en este pequeño espacio. ¡Padraig incluso se disfrazó! Sí, se puso el vestido tailandés de Chloe, el cual, le quedaba bastante bien. Chloe y Áine hicieron un par de comerciales con el secador de pelo, promocionando productos para el cabello. Padraig nos seguía entreteniendo con sus historias, y de vez en cuando yo prendía la ducha para ver si Finbar reaccionaba, pero no, él seguía instalado en la tina, sin percatarse de nada, estaba demasiado cómodo como para salir de ahí. Pad está contando una de sus historias, cuando deja libre el espacio del WC. Aprovecho para cambiar de lugar y me voy a sentar allá. Patudamente regresa y se sienta encima mío. Lo molesto, muevo mis piernas para que me deje sola, pero en cambio, decide darse media vuelta y me da un rápido beso en los labios. Muy rápido, casi de mentira, pero lo sentí.
¡Me dio un beso! ¡Entonces, le debo gustar! ¡Es una muy buena señal! Me río y dejo que se quede un tiempo sobre mis piernas. Estoy muy feliz. A la vez, avergonzada, espero que nadie haya notado ese fugaz beso. Sigo disfrutando de esta gran noche, ahora aún más feliz, ya que Pad me dio un beso. Para nada romántico y menos aún si pienso que ocurrió sentados en el WC. Pero incluso, así, ¡estoy demasiado feliz!
Estuvimos horas riéndonos, incluso durante un momento llegó Zoey, quien dejó a su novio borracho durmiendo. No podía creer que teniendo toda la habitación estábamos los 5 en el baño, con ella éramos 6. Es increíble lo bien que se puede pasar en un espacio tan pequeño, además, que los irlandeses son tan chistosos. En un momento miro a Áine, ¡y tenía una toalla higiénica pegada en la frente! ¡No podíamos dejar de reírnos!
Lo más extraño es que a pesar de todo lo que tomamos, nadie tuvo que usar el baño en todas esas horas. ¡Por suerte!
Cuando nos íbamos a dormir, Padraig se estaba poniendo cómodo en mi cama, así que le dije que se fuera a su habitación.
“OK” – me dice – “vamos.”
Sonrío y le respondo – “Mejor hoy te vas solo.”
“Nos vemos mañana.”
“Nos vemos mañana.” - Le respondo, sonriéndole.
Feliz me iba a su habitación, pero me quise hacer la difícil. Así que me aguanté las ganas de querer seguir compartiendo con él, y amablemente lo acompañé hasta el pasillo para asegurarme de que se fuera a su dormitorio, aunque mis sentimientos no acompañaban mis actos.
Nos estábamos quedando dormidas, cuando sonó el teléfono. Contestó Chloe. Era Padraig, quería saber a qué hora partíamos al otro día… en unas horas en realidad… a Koh Samet, lugar donde sería el matrimonio irlandés. Chloe ya había notado que había onda entre nosotros dos. Ella, quien es muy directa, le preguntó si quería hablar conmigo, pero Pad dijo que no, que era solo para chequear la hora. Yo no pude evitar sonreír, estoy tan emocionada, ¡me gusta tanto!
28 de agosto
¡Lo único que quiero es ver a Padraig! Por suerte quedamos en la misma van, bueno, no fue tan suerte, esperé un rato para estar segura de que quedaríamos en la misma van.
Me subo a la van y está Pad en la ventana, junto a él está Chloe, quien me mira y como ya había notado que me gustaba, rápidamente se cambió de puesto para que quedáramos los dos juntos. Al quedar junto a él, tímidamente me fui acomodando en su hombro. Él pasó su brazo por sobre mi espalda y me abrazó. Lo tomé como una buena señal, así que me atreví a comenzar a hacerle cariño. Él me comenzó a acariciar también. Es tan tierno, voy tan cómoda en sus brazos.
No quiero llegar a Koh Samet, quiero estar por horas en sus brazos. Estoy tan cómoda, siento que nuestros cuerpos se acoplan perfectamente. Me encanta sentir la suavidad de su piel, la ternura de sus manos. ¡Con cada minuto que pasa, más me gusta Pad!
Desde el puerto nos fuimos en una embarcación pequeña a la isla. Al llegar, no había muelle, sino que el barco se acercó lo que más pudo a la orilla y desde ahí uno debía caminar con la mochila, intentando mojarse lo menos posible.
Pad no deja de sorprenderme, me dijo que me esperara en el barco, se arremangó los pantalones y se sacó los zapatos, y llevó mi mochila hasta unas reposeras en la playa. Luego regresó por mí, y haciéndome sentir como una verdadera princesa, me tomó en sus brazos y me acercó a la playa, protegiéndome, evitando que me mojara. Aproveché esos segundos para abrazarlo, para sentir su calor, su ternura, su protección. No dejo de sonreír, cada momento es de felicidad, no logro sacarme la sonrisa de la cara, siento que se me va a quedar marcada para siempre, gracias a este hombre.
Las reservas en el hotel donde será el matrimonio irlandés son a partir de mañana, por lo que hoy tendremos que quedarnos en otro hotel de la isla. Mientras Chloe va a cotizar y negociar 3 habitaciones para nosotros (1 para Padraig, Áine y Finbar, Chloe y yo). Me quedo admirando la playa, las palmeras y no puedo evitar querer abrazar a Pad. Me da vergüenza, pero, por otro lado, estoy de vacaciones, son pocos los días que tendré con este hombre y, además, no tengo nada que perder. Así que me acerco a Pad y me atrevo a preguntarle:
“¿Quieres un abrazo?
“OK. “- Dice Pad, con cara dudosa.
Lo abrazo, me queda mirando y se ríe.
“¿Qué sucede?” - le pregunto.
“Lo que pasa es que no había entendido tu pregunta, solo dije “OK”. Pero me gusta tu actitud.” - Y me abraza muy fuerte.
*
Cuando viajo me gusta aprovechar el tiempo al máximo, sobre todo ahora, que he conocido a Pad. Al pasar las horas varios deciden regresar al hotel, pero con Pad, Áine y Chloe hemos decidido extender la noche y nos fuimos a un bar.
Voy camino al baño cuando me cruzo con Pad, quien me mira, sonríe y me da un fuerte abrazo. Yo feliz lo abrazo de vuelta, de pronto, me suelta, espero que me dé un beso, ¡pero nada! ¡Simplemente se va!
No lo entiendo, era el momento perfecto para darnos nuestros primer beso. Sí, primer beso, ya que no quiero contar como primero ese topón que me dio sentados en el WC.
Al regresar al bar, me acerco a Pad, aún extrañada. Él se ríe y me dice:
“Disculpa si te sorprendí con mi abrazo, lo que pasa es que me sentí demasiado incómodo en ese pasillo lleno de ladyboys (travestis tailandeses) que me miraban, por lo que te utilicé. Lo siento.”
“No te preocupes, me puedes utilizar cuantas veces quieras “- Le respondo, sonriéndole con una mirada coqueta.
Es difícil saber qué siente por mí. Ha sido muy simpático conmigo, ha tenido gestos que claramente no ha tenido con otras, sin embargo, aún no me da señales claras de si le gusto o no. Algo le debo gustar, si ayer me dio un mini beso en el baño. Espero que sí, ¡porque a mí me encanta!
Pad, siendo el hombre del grupo, amablemente nos pregunta:
“¿Qué quieren beber?”
Lo pienso y le respondo: “Mmmm nada en realidad, estoy bien. Gracias.”
Chloe, con voz tímida: “Tal vez, no sé, ¿un shot?”
“Aaaa bueno.” – Digo entusiasmada. – “Un shot podría ser.”
Pad, con una gran sonrisa y brillo en sus ojos, pide 4 shots de Jaggermeister. Esa fue la primera ronda de muchas. Mi debilidad son los jaggerbombs, y si a eso le sumamos que estoy de vacaciones en Tailandia… ¡Vamos bebiendo!
Terminamos cantando, bailando, posando para fotos divertidas, no parábamos de reír, teníamos una sonrisa constante en nuestras caras, ¡estábamos felices disfrutando al máximo nuestra noche! Debo reconocer que jamás lo he pasado mal junto a mi querido “Jagger”.
De pronto comienza a sonar la canción “Give me everything” de Pitbull. En ese momento ya no me importaba nada, me sentía libre, perdí la vergüenza, los prejuicios, estaba emocionada, tan feliz, quería vivir y disfrutar mis días al máximo.
Bailando me acerco a Pad y así como dice la canción: “Grab somebody sexy, tell 'em hey… Give me everything tonight…”. Lo agarro, le canto al oído “Hey, Give me everything tonight…” Y le doy un beso.
Me responde mi beso, al mismo tiempo que me abraza. No quiero dejar de besarlo, sus labios son tan tiernos, sus besos suaves, cariñosos, me siento tan cómoda besándolo. Es su ternura, su mirada, la forma en que me toca, que hace que me vuelva loca, estoy cada vez más feliz, es lejos la persona más maravillosa que he conocido en mi vida.
Seguimos bailando y disfrutando nuestra noche. La cual se vuelve mejor a cada minuto que pasa.
Camino al hotel a Áine se le ocurre ir a nadar. Lo pienso, me gustaría, pero estoy demasiado borracha. Me he tomado demasiados jaggerbombs, suficientes como para querer ir a nadar, pero no sé si una vez dentro del mar seré capaz de mantenerme a flote y más aún, no sé si seré capaz de salir del mar. Siento que hay una alta probabilidad de ahogarme. Por lo que prefiero desistir. Los esperaré en el hotel.
Al llegar a la habitación recordé que la llave la tiene Chloe, quien figura dentro del mar junto a Áine y Padraig. Intentó abrir alguna ventana, pero estaban todas cerradas. ¡Por suerte, me acuerdo de que Finbar dejaría la puerta abierta para Áine! Entré a la habitación, le expliqué la situación a Finbar, quien seguramente no me entendió, ya que modulo bastante poco a esta altura.… Fui al baño y luego me acosté un rato. Por suerte, no fui a nadar, de seguro me ahogaba.
Al rato llegaron todos mojados. Debo reconocer que estaba preocupada, por muy tranquilo que fuese el mar, habíamos bebido demasiado.
Fui a mi habitación, me puse pijama, sí, de verdad, ¡un pijama! y Padraig me pasó a buscar para irnos a su habitación.
En todo caso, no uso pijamas de Franela, talla L. Al contrario, mis pijamas son todos muy lindos, ajustados, parecen vestidos.
¡No me quería acostar con él, o sea… quería, pero me estaba haciendo la difícil! Así que le advertí que sería sólo dormir juntos. Fue una muy buena idea, porque me quiso hacer cambiar de parecer toda la noche, y para intentarlo, me dio muchos, muchos besos.
No dormimos mucho, entre sus besos y nuestras largas conversaciones. Pad me dice: “ask a question” (hazme una pregunta). Imaginé que debe ser su versión irlandesa del juego “verdad, consecuencia u opinión”, no lo sé, pero lo jugué de esa manera. Sirvió para conocernos.
*
¡Nos dormimos al amanecer, al despertar ya debíamos cambiarnos de hotel! Para mi suerte, Chloe ya había llevado mis cosas al hotel donde sería el matrimonio y para mi sorpresa, había decidido hacer un upgrade en la habitación. ¡Me encanta viajar y compartir habitación con ella!
Podíamos disfrutar de la playa, pero por suerte, a Padraig, al igual que a mí, le gustaba estar siempre haciendo actividades. Así que decidimos ir a recorrer la isla en moto. Comenzamos a descubrir nuevas playas, recorriendo caminos de tierra, nos alejamos de la civilización, somos solo nosotros dos en una isla paradisiaca, me siento feliz.
Nos perdemos en la selva, la naturaleza, sus sonidos y de pronto ¡La moto dejó de andar! ¡Broma! No lo puedo creer, lo que hace dos minutos era maravilloso, en esta situación no lo era, ya que figuramos en la mitad de la nada, sin señal de celular, sin poder pedir ayuda, ¡sin poder regresar! Por un lado, debo reconocer, que parte de mí se alegraba, ya que era una situación en la que pondría a prueba el buen genio de Pad. Vería cómo se comporta en este tipo de circunstancias, cómo las resuelve.
Por otro lado, estaba preocupada, porque por muy buen genio que tuviese, si no arreglaba la moto, tendríamos que pasar la noche en la intemperie, sin agua y sin comida. Por suerte me sorprendió positivamente, no perdió su sonrisa, se hizo cargo de la situación, revisó la moto, intentó hacer partir la moto varias veces, hasta que lo logró. Incluso posó en un momento para una foto, la cual le dije que sería para recordar el momento. Ha sido una prueba y la ha pasado con honores, este hombre es maravilloso. ¡Me gusta cada vez más!
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Al contarle nuestro paseo a Áine, Finbar y Chloe, quisieron hacerlo, así que hemos repetido nuestra aventura esta mañana. Esta vez, felizmente ninguna moto falló.
Lo hemos pasado muy bien los 5. Amo a los irlandeses, su personalidad, como disfrutan la vida. No me he sacado la sonrisa de la cara en todo el viaje.
Al regresar debíamos prepararnos para una larga jornada, ¡la esperada ceremonia irlandesa! Fuimos al jardín trasero del hotel, el cual tenía una pequeña playa privada. Los colores del mar turquesa, las pequeñas olas que rompían en las rocas, el sonido de ellas, junto al de las gaviotas, hacen de este lugar un escenario perfecto para un matrimonio.
Todo el lugar está decorado con tonos blancos y pasteles. Las sillas miran hacia el mar, donde hay un pequeño arco blanco, decorado con flores en tonos rosa y melón. Nos sentamos a esperar a que comience la ceremonia.
Primero ingresan cuatro damas de honor, todas luciendo un vestido de color verde agua, con el diseño que mejor le queda a cada uno. Cada una viene acompañada de un padrino, entre ellos, Padraig, quien se ve más guapo que todos los otros días. Tan elegante, con sus pantalones beige, una camisa de lino blanca, la cual lleva en el bolsillo una flor.
Finalmente ingresan los novios, quienes, a diferencia de otros matrimonios, llegan juntos, ambos en un carro de golf, decorado con las mismas flores que adornan el lugar de la ceremonia. Ciarán desciende, le extiende la mano a Mali y juntos caminan hacia el altar. Con Áine no podemos evitar dejar caer unas lágrimas sobre nuestras mejillas. Es un momento tan mágico. No es sólo el matrimonio de nuestra amiga, es todo el momento en sí. Estar disfrutando de esta experiencia en Tailandia, la cual estamos compartiendo juntos. Es tan romántico, son lágrimas de felicidad.
Durante toda la ceremonia he admirado a Pad, se ve tan guapo con su traje, su sonrisa, como me mira, como lo miro de vuelta, hace este momento tan especial. A la vez, no puedo quitarme de la cabeza las ganas de querer dormir con él. Pad comparte la habitación con el hermano de Ciarán y yo con Chloe, por lo que necesitamos una habitación para nosotros dos. Ya hemos estado juntos estos días, nos abrazamos en público, está claro que nos gustamos, por lo que creo poco probable que rechace mi idea. De todas formas, lo he pensado varias veces durante la ceremonia, cómo se lo voy a proponer, ya que nunca le he dicho a alguien que quiero pasar la noche con él. Suelen ser los hombres quienes toman la iniciativa. Pero no quiero seguir esperando, tenemos pocas noches y las quiero disfrutar con él.
Me he armado de valor, a pesar de mi miedo al rechazo, de la desilusión que me causaría un NO como respuesta, decido respirar profundo y pretendiendo ser una mujer segura, he ido a preguntarle si quiere arrendar una habitación para que podamos pasar la noche juntos.
¡Por suerte le gustó mi idea! ¡Qué alivio, estoy feliz! Entre la sesión de fotos y la cena hemos decidido escaparnos para ir a buscar un hotel con disponibilidad.
Encontramos una habitación por 1500 baht, es una habitación pequeña, oscura, no está en muy buenas condiciones ¡Realmente no sé cómo el año 2008 dormí en Tailandia por 200 baht!
Pagamos y nos dieron una llave con un gran llavero de madera que se podía colgar al cuello. Normalmente lo hubiese encontrado útil, pero en ese momento hubiese preferido una llave muy pequeña, casi del tamaño de una llave de diario de vida, para que nadie la viera. A pesar de que fue mi idea, me daba un poco de vergüenza que todos supieran que íbamos a dormir juntos esa noche. Ideas mías, porque a nadie le importa lo que hagamos. Pad, por el contrario, no tenía vergüenza, es más, se colgó la llave al cuello y se metió el llavero en el bolsillo de la camisa, donde dejaba traslucir el número de la habitación.
Luego fuimos a la farmacia, y apenas pagó, agarré los condones y los escondí al fondo de mi cartera. ¡Me muero si se los guardaba en el bolsillo de la camisa y se traslucen! Regresamos al matrimonio con una sonrisa que solo nosotros comprendíamos. Me siento como una adolescente, me gusta que tengamos esas miradas entre nosotros que nadie más comprende. Poco a poco somos cómplices.
La familia y amigos de Ciarán tienen tanta energía, realmente me gusta cada vez más la cultura irlandesa, su personalidad, su forma de disfrutar la vida. Estuvieron cantando por horas, la mayoría eran canciones irlandesas que no conozco, de todas formas, no hubiese cantado, mi voz es terrible, no canto ni el “cumpleaños feliz” ¡Estaban borrachos y seguían bebiendo! Me sorprende su capacidad alcohólica ¡Se tomaron todas las cervezas del bar! Yo no lo podía creer, de hecho, fui a confirmar, y era verdad, se tomaron incluso las que tenían tibias en la bodega. Cuando ya no quedaba alcohol en el bar, dimos por terminada la velada. Con Pad nos fuimos a nuestra habitación para pasar nuestra primera noche juntos. Siento como si fuese nuestra noche de bodas, ¡qué nervios!
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Por suerte no bebí tanto anoche, aun así, me duele la cabeza. ¡Me levanto al baño y siento mis pies sobre una gran poza de agua! El aire acondicionado estaba goteando, al parecer ha goteado toda la noche, ya que la cama parece estar en el centro de una laguna. De verdad me cuesta creer que fui capaz de dormir en Tailandia por 200 baht hace unos años. Claro que en esas habitaciones no tenía el problema de las goteras, ya que ni aire acondicionado tenían.
Regresamos al hotel donde aún tenemos nuestras habitaciones. La habitación que comparto con Chloe tiene una puerta que la une a la habitación de al lado, que es donde duerme Áine con Finbar. Lo que lo hace bastante entretenido, ya que nos pasamos de un lado a otro, es una fiesta interna. El baño de la habitación es precioso, además de ser amplio, tiene unos ventanales que dan a un jardín interior, privado, el cual posee una gran vegetación, dejando pasar la luz natural. Las habitaciones están frente a la piscina principal del hotel, la cual tiene un bar interior. ¡Es un paraíso este lugar!
Nos reunimos con los demás invitados en la piscina, donde nos quedamos disfrutando, y pasamos las consecuencias de una noche de fiesta y alcohol. Me impresiona Pad, quien bebió muchísimo más que yo, pero está impecable. Según él, su cuerpo está acostumbrado a beber, por lo que al otro día no se siente mal. ¡Qué suerte!
En la noche, disfrutamos los 5 (Áine, Finbar, Chloe, Pad y yo) en nuestra habitación, la cual está unida a la de Áine y ambas tienen frigobar. Al parecer a Pad le gusta disfrazarse, ya que fue su idea probarse el vestido tailandés en Bangkok y ahora le ha gustado el vestido blanco que está usando Áine. Me gusta que esté seguro de su sexualidad, no como otros hombres, que jamás usarían un vestido. Tras el comentario de Pad, todos hemos mirado a Áine, y al ver nuestras miradas, le quedó claro lo que debía hacer. No tuvo más opción que ir a cambiarse y entregarle el vestido blanco a Pad.
¡Pad parece una novia! Le di un ramo de flores de accesorio. Finbar al verlo, no se resistió, se arrodilló frente a Pad y ¡le pidió matrimonio! Él tampoco se pudo resistir y aceptó. Nos reímos demasiado, me encanta estar con todos ellos. ¡Estamos felices, sonriendo todo el día!
Aprovechando el buen clima de Koh Samet, donde en la noche refresca, pero hay unos 23 grados, nos fuimos con Pad a pasear por la playa, descalzos, tomados de la mano, conversando, con el sonido de las olas de fondo. Recorrimos la playa completa, nos devolvimos y la volvimos a recorrer, hemos conversado por horas. Ha vivido en diferentes países, lo que hace sus historias más especiales, sus experiencias más únicas. Lo hacen a él único, especial, mientras más lo conozco, más me gusta. Quiero saber todo sobre él. Cada aspecto me encanta y lo mejor de todo es que en cuanto a valores y familia pensamos lo mismo.
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Hace días que con Chloe y Áine queremos ir a pasear en banana boat. Los hombres no querían, así que decidimos partir sin ellos. Pero a los cinco minutos llegaron y se sumaron al paseo
¡Por suerte fueron! Ya que Áine y Chloe no podían subir al banana boat por sí solas. Necesitaban que los hombres las ayudaran con un empujón. Una vez en el mar y cuando debes subirte al bote si quieres regresar a la orilla, ya se pierde el pudor. Chloe le pedía a Pad que le diera un buen empujón. - Toca mis glúteos, sin vergüenza - le decía. Lo mismo Áine, ¡Son tan chistosas! En una ocasión, estábamos todos arriba, solo faltaba Finbar, quien, al subirse, nos desequilibró y nos botó nuevamente. ¡No podíamos parar de reírnos! El conductor de la lancha, que tiraba el banana boat, nos confesó que hemos sido los pasajeros más alegres de la temporada. No me sorprende, ya que es realmente una risa constante estar con ellos.
En la noche fuimos a cenar a un restaurante en la playa. El dueño es un canadiense quien se enamoró de una tailandesa, se casaron y se vinieron a vivir a Koh Samet. Viven de su pensión canadiense y él tiene este restaurante, el cual abre a las 3 de la tarde, ya que antes está en la playa surfeando. ¡Eso es vida!
Yo siempre miro primero los postres, ya que de eso depende cuánto voy a comer del plato principal. Mi prioridad es poder comer postre. A veces estoy tan ansiosa que pido primero el postre. Claro que sólo lo hago cuando estoy con mi familia o amigos de confianza.
Estamos todos mirando la carta, cuando Pad dice que primero quiere un volcán de chocolate con helado de vainilla y crema de chantilly. ¡Guau! Es la primera vez que conozco a alguien que haga lo mismo que yo.