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Las proclamas del viento

Las proclamas del viento

27-04-2014

Poesía poesía

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El autor refleja, en clave biográfica, impresiones y vivencias en este breve poemario. Versos intimistas, sencillos y directos que alternan simbolismo sentimental con guiños al  Romanticismo de nuevo cuño.

Leer primer capítulo

 

Primer capítulo

LA CASA DEL MAR

 

Hoy he vuelto al mar,

a las palabras, sonidos

que como regalo de estío

me dejó de nuevo la lluvia

aparcada con su música,

improvisada melodía de estas noches

en que vuelvo, a pesar del cansancio,

a solventar las deudas de los caminos

y de acumulados vientos.

Deudas de la noche y el mar

que como insectos de luz

se me llenaron de guiños

y pretéritas amapolas,

deudas de márgenes oscuros, clandestinas

como inquietas fronteras de deseo

o como brazos nuevos

anunciando la tierra.

 

Dedos nuevos se posaron, sílabas nuevas,

tronco y raíces germinaron

de una nueva y amorosa pleitesía.

Confianza de murmullos

y redobladas manos

vertida al mar entre flores de insomnio

y flores de un tiempo frágil y delicado,

esta casa que fue el mar nuestro

como inmenso bulevar

de palabras rescatadas

y donde mil afectos rehenes

habitaron la certera armonía del paraíso,

de este mar o casa o esquina de mil vidas

que hoy regresaron con la dulzura

de una deuda ya extinta:

en mis manos se acumuló

esta derrota de los vientos.

Se detuvo mi aliento en tus palabras.

 

 

MÚSICA DE FADO

 

Tal vez porque dicen

que siempre hay tiempo para el olvido,

sea que la voz de los dolientes,

la música de las mareas

y los declives trasnochados

se acumule entre estelas

de papeles y torpeza.

 

Tal vez porque dicen

que de tanto llegar a tu puerta

se me venga la luz como a jirones

y se me detengan, entre las piernas,

como seres extraños

las aceras de tu casa.

 

Tal vez porque dicen

que hay nuevas curvas y nuevas lunas

sin el recorrido de tus ojos

y porque ebrio de noche y deseo

estertores de promesas

se disipen como caudales viejos

buscando una música

que ya no nos pertenece.

O sea, en fin

porque puestos a apostar

prefiera el hombre la luz

y su trasiego amable

a ver la noche cerrada

sin tus manos junto a las mías,

conjurando solo,

como cuando de niños,

la estrella persistente

de los recuerdos ingratos,

lamentando solo

la suerte de agrestes vaivenes

o tentando a la muerte

bajo la promesa de tu amor eterno

por mil veces

que derrotado y cautivo

me someta la vida a su destierro.

 


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