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La superación detrás de un rostro sin cabello

La superación detrás de un rostro sin cabello

13-01-2014

Historias de vida cuento o relato

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Una niña que nació para escribir su propia historia. Criada en un humilde hogar en un campo de Puerto Rico, donde su niñez se centra en las circunstancias difíciles que tuvo que vivir desde su nacimiento. Aunque rodeada de amor, la tristeza no se hizo esperar para presentarse a temprana edad en su vida. La ausencia temporera del padre trae grandes retos para esta familia, en especial para su hija. Un trecho muy fino entre la vida y la muerte, que enmarca la superación desde el comienzo de la vida. La pobreza se hace sentir al igual que el poder de la unión familiar, ambos para darle sentido a una historia basada en la realidad.

Una niña muy amada por toda su familia, consentida en cierta manera, criada con valores y mucho respeto. El destino estaba escrito y ella sería el objetivo principal desde el comienzo. La salud jugaba un papel significativo y la certeza de la fe era la base de la esperanza. Desde pequeña enfrentaría muchos obstáculos que le harían ser una mujer fuerte. Para su formación como ser humano sería necesario enfrentar una rara condición, al igual que ser objeto de rechazo por muchos. Ella misma era el milagro de la vida que llegó para acompañarla.

Estar fuera de su tierra y de sus raíces patriotas fue una experiencia más en su vida. Su crecimiento físico y evolución, al igual que su inteligencia fueron formando a una gran jovencita. Sueños y logros se ventilaban como suave brisa, acompañados de alegrías, tristezas, lágrimas y risas.

El amor, matrimonio e hijos son parte de los sueños que se transforman en realidad. Tesoros, cuyo valor no tiene precio. Llegaba a su vida el pan de la enseñanza, un universo por descubrir y nuevas metas para alcanzar. También, hacía su llegada el miedo y la incertidumbre de lo que seguro le esperaba en su destino, pero estono era más fuerte que su espíritu emprendedor. Enfrentar su destino era inevitable, porque desde su nacimiento se perfilaba que fuera así.

Leer primer capítulo

 

Primer capítulo

Todo comenz� el 12 de diciembre de 1971, en un campo de un pueblito en el centro de la isla de Puerto Rico y ya su futuro estaba escrito. La palabra superaci�n le acompa�ar�a toda la vida para entender su prop�sito en un mundo que se abr�a a sus ojos. El padre de la criatura, esperaba con ansias un var�n, pero para su sorpresa era una ni�a, tan fr�gil y d�bil delante de� los ojos de todos, especialmente de sus padres. Pero, nunca nadie imagin� como la debilidad se transformar�a en una gran fortaleza. Nacida la ni�a, sus familiares seleccionaban el mejor nombre para ella, para su madre ser�a Carmen Del Guadalupe, pero el padre y la t�a decidieron otro nombre que marcar�a su vida. Durante sus primeros meses parec�a una ni�a completamente sana y feliz, pero la vida le ten�a preparado el camino de muchos retos y desaf�os. Muchos no los podr�a entender en el momento, la l�gica de los hechos llegar�a a su vida en plena madurez.� Luego de varios meses transcurridos desde su nacimiento, comenz� la primera etapa de pruebas. Viv�a con sus padres y abuelos paternos en un campo pleno de naturaleza, rodeada de muchas flores, �rboles, caf� y frutos.� Se respiraba un ambiente fresco, puro y sobre todo de mucho amor. Jam�s, se pensar�a que aquella ni�a tendr�a que vivir una vida un tanto diferente a las dem�s.�

Como de costumbre, todas las tardes aquella ni�a esperaba a su padre llegar de su trabajo; sus o�dos se prestaban a escuchar el ruido de las llantas del veh�culo JEEP. Una tarde de primavera, la ni�a no escuch� el deseado sonido y su llanto inquiet� a su mam� quien trataba de consolar a su hija, mientras ella se mor�a de desconsuelo.� Encendida la radio de aquella humilde casita en el campo, se escuch� la noticia de un terrible accidente de un hombre casi sepultado por unas paredes de una casa en su lugar de trabajo.� La madre al o�r la noticia comienza a gritar y llorar sin consuelo, ya que el hombre mencionado era su esposo. La ni�a lloraba sin saber que ocurr�a, sus sentimientos proven�an de ver el rostro de su mam� desconsolada y la ausencia de su� pap�.�� Se marcaba un panorama de desosiego y de una inmensa tristeza.� En esos precisos momentos se escucha el ruido de las llantas del JEEP, la ni�a se tranquiliza y la madre corre hacia el patio desesperada. Que desilusi�n tan grande, al ver que el JEEP era conducido por otra persona y el padre de la ni�a no hab�a llegado a su hogar.

�������� Sin consuelo la madre a llantos, preguntaba por su esposo, mientras los compa�eros y amigos de �l le informaban a ella que hab�a ocurrido un accidente y estaba recluido para ser intervenido quir�rgicamente.� El panorama era desalentador para aquella familia y en especial para aquella ni�a que esperaba el abrazo y los besos de su padre cada tarde.� El abuelo, hombre humilde, capataz de finca y trabajador s�lo pudo consolar aquella nuera para darle fortaleza,� mientras su interior se derrumbaba. La mam� de aquel hombre se encontraba fuera de Puerto Rico y solamente se encontraban presentes el padre, la esposa y aquella peque�a ni�a para enfrentar lo que el destino les ten�a trazado en la l�nea de la vida.� Sin poder entender lo que suced�a, la peque�a esperando a�n a su padre,� qued� profundamente dormida.�

�������� El amanecer tocaba las puertas de ese hogar, pero ahora ten�a colores distintos. En horas tempranas de la ma�ana, el abuelo, la madre y la peque�a ni�a se dirig�an hacia el hospital de una ciudad cercana para ver al padre convaleciendo en una cama de hospital y con la incertidumbre de las posibilidades de vida que ten�a aquel hombre. Al llegar se dirigen inmediatamente hacia el personal del hospital para conocer de la situaci�n de este pobre hombre, que para llevar el pan al hogar, sufri� el peor de los accidentes. Se acerca una enfermera que amablemente les sugiri� tener fe y paciencia.� Luego, de varias horas de espera se presenta un hombre con una bata blanca, dirigi�ndose hacia esta humilde familia; era el doctor a cargo de la cirug�a del paciente y les indica que su estado era delicado, pero que hab�a sobrevivido milagrosamente. Hab�a sido intervenido en la columna vertebrar y en su pierna izquierda; tomar�a mucho tiempo en volver a caminar. La esposa se arroja al suelo de rodillas y le da gracias a Dios por este milagro de vida.� Aquella peque�a ni�a necesitaba a su padre y sin conocer lo que suced�a agitaba sus manitas y sonre�a como si entendiera lo que aquel m�dico le hab�a informado a su mam� y abuelo.� Dentro de ese peque�o coraz�n hab�a fe y esperanza, la peque�a sab�a que volver�a a sentir los besos y abrazos de su amado padre y escuchar�a como de costumbre el ruido de las llantas del veh�culo llegar a casa.� A partir de este momento, comienza el gran Don de esta ni�a, el don de la superaci�n.� Hab�a superado el accidente de su padre, conociendo en su interior que le volver�a a escuchar.

�������� Han transcurrido varios meses desde aquel fatal accidente, el padre sigue en el hospital, la madre y el abuelo luchan para sustentar el hogar.� Se presentan los momentos m�s dif�ciles, no hay dinero suficiente para comprar alimentos y la ni�a comienza a carecer de leche. Desesperada su mam�, alimenta a la ni�a con agua endulzada con az�car para mitigar el hambre y la peque�a comienza a llorar, porque quiere su leche; pero lo m�s que desea es tener a su pap� de vuelta.� Comienza a sentirse la ausencia del padre y la tristeza invade el coraz�n de la peque�a.� El abuelo en su desesperaci�n, le ruega al vendedor de la tiendita de la esquina le pueda fiar una latita de leche para su peque�a nieta.� El due�o de la tiendita, conmovido por la situaci�n le brinda los alimentos necesarios y una gran lata de leche.� Regresa alegre el abuelo con la provisi�n para su nieta y nuera; enfrascados en abrazos, no se dan por vencidos en superar la situaci�n que est�n viviendo.�

Otro d�a m�s en el calendario ha dejado su huella de existencia, mam� toma de los brazos a su peque�a y caminando por un sendero muy largo, llegan a una parada de autobuses.� Se dirigen a la ciudad para ver a pap� en el hospital y mientras van de camino, la ni�a cargaba su almohada a espalda de su mam�. Cuando llegan a la ciudad, se bajan del autob�s, la mam�, su peque�a y la almohada donde la ni�a hab�a impregnado todas sus l�grimas.� Aquella almohada significaba la compa��a perfecta de aquella peque�a, en ella hab�a depositado su confianza y sus penas. Se hab�a convertido en su compa��a d�a y noche. �Y porque no llevarla hoy consigo? �Si era el gran d�a tan anhelado de la ni�a! �Volver�a a ver a Pap� y a escuchar su tierna voz llena de amor! Al llegar al hospital, s�lo le permitieron ver a la ni�a a trav�s de una ventana.� Cuando Pap� mira a trav�s de la ventana, ve a su peque�a� saltando de alegr�a en los brazos de mam�! Comienza Pap� a llorar de alegr�a y a la vez de dolor por no estar con su peque�a. Pero la ni�a, s�lo salta de alegr�a y pronuncia su primera palabra �PAPA! Al escuchar esto, su mam� impresionada comienza a llorar y la ni�a extend�a sus brazos para que pap� la tomara en los suyos. Con dolor reflejado en el rostro y la voz quebrantada, pap� le dice:_ �Mi peque�a ni�a, pronto te tomar� en mis brazos, muy pronto��te amo hija� . La ni�a sin entender lo que sucede, al ver que su padre no se acerca a ella comienza a llorar.� Mam� le dice_ Peque�a hija es hora de volver a casa, pronto pap� estar� de regreso. Con l�grimas en los ojos y con el alma en pedazos pap� le dice adi�s a su peque�a, mientras ella contin�a llorando. En estos momentos la ni�a se aferraba m�s a su almohada, mientras las l�grimas penetraban la misma. Ya en el autob�s de vuelta a casa la ni�a continuaba pronunciando la palabra � Pap�; tranquila y alegre se observaba mientras continuaba pronunciando la misma palabra durante todo el trayecto a casa. Otro d�a m�s, superado por la ni�a, ante la ausencia de Pap�.

�������� Amanece y se siente el fr�o de una rica ma�ana de oto�o, cielos azules y un sol radiante nos promete otro d�a de retos y desaf�os. Ya la ni�a despierta en su cuna, observa� una gran ventana de madera abierta que le permite ver un cielo hermoso. Entran los primeros rayos del sol iluminando su rostro. Era una ni�a peque�a, de tez blanca a casta�o claro, ojos marrones oscuro, facciones de una cara perfilada y una hermosa cabellera lacia casta�a. La vida promet�a un gran futuro, era una ni�a muy amada por sus padres y abuelo.

�������� Pobres y humildes gozaban de costumbres arraigadas a sus ra�ces patriota, esto hac�a que reinara la felicidad en el hogar; porque lo importante no era lo que pose�an, sino lo que sent�an. Como de costumbre, mam� peinaba la cabellera hermosa de su hija y le repet�a cu�nto la amaba. El abuelo no dejaba de admirar a su nieta, que era el tesoro m�s preciado que �l ten�a.� Otro d�a m�s transcurr�a para esta familia, en la cual la fe era su mayor esperanza.�

�������� Ya, han pasado siete meses desde aquel fatal accidente, la ni�a ya aprendi� a caminar y a valerse por s� misma. No la detiene nada, su curiosidad �hace que recorra todos los rincones de su casita de madera. Ha llegado la tarde y promete ser una repleta de sorpresas para la ni�a;� su mam� y su abuelo est�n muy contentos, han preparado una gran cena. Han encendido el tocadiscos y se escucha el sonido de la m�sica t�pica puertorrique�a. Se respira un ambiente lleno de alegr�a en esta humilde casa, los c�nticos se escuchan hasta el patio, finca abajo. El aroma de una deliciosa comida puertorrique�a se aspira por cada rinc�n. �Hay fiesta en el batey! Se escucha el sonido de las llantas de un auto llegando a la casa y la mam� corre hacia el patio. Se abren dos puertas y salen dos hombres, uno de ellos con muleta se acerca y abraza a su esposa. Emocionados, el abuelo abraza a aquel hombre y de repente la ni�a atraviesa la puerta�.. �Que sorpresa tan grande para ella al ver a su padre de regreso!� Corre la ni�a hacia �l abrazando su regazo y extendiendo sus manos. El padre sumamente consternado al ver a su peque�a, la toma en sus brazos sin poder contener las l�grimas.� Una escena que conmueve al hombre que conduc�a el auto, cuyas l�grimas corr�an a trav�s de sus mejillas y con voz entrecortada dijo:_ �Que maravilloso es el amor y la uni�n familiar, Dios bendiga grandemente a esta familia!� Una vez m�s la pobreza y las situaciones dif�ciles de la vida hab�an sido objeto de derrota y superadas por el amor y la perseverancia de la fe. Esa noche la ni�a no dej� ni un segundo en observar a su padre, cada movimiento que �l hac�a, ah� estaba ella a su lado. Comieron, bailaron, rieron y hablaron hasta que se asom� el alba. Hab�a motivo para celebrar! El abuelo recuper� a su hijo, la mam� a su esposo y la peque�a a su padre. Que m�s se le puede pedir a la vida, si les hab�a devuelto lo m�s preciado, �la vida de un ser querido�, cuyo valor supera el dinero y todos los bienes materiales que un ser humano pueda obtener. Parece que la felicidad ha regresado a este humilde hogar nuevamente.

�������� �Desde la llegada del �padre al� hogar, la vida cotidiana ha regresado a la normalidad, �pero la felicidad comienza a empa�arse nuevamente. No alcanza el dinero del abuelo para mantener el hogar, el padre no ha podido volver a trabajar y escasea el alimento. Con trabajo arduo del abuelo en el campo y m�ltiples gestiones del padre, consiguen equilibrar su econom�a para llevar el pan a la mesa cada d�a.� No era tarea f�cil, la ni�a necesita ropa y zapatos. As�, que con mucho esfuerzo aquel padre pudo conseguir lo necesario para que su peque�a no careciera de las necesidades b�sicas. El l�mite era el cielo, los dem�s obst�culos eran superados d�a a d�a. Aunque pap� continuaba con limitaciones f�sicas, hab�a transformado estas debilidades en fortalezas para criar a su hija. La peque�a ni�a continuaba creciendo con mucha madurez, a�n a su corta edad. Cada d�a para ella representaba un nuevo reto que enfrentar, la vida le hab�a devuelto a su padre, pero con ciertas� limitaciones, haciendo que la lucha fuera bastante dura.


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