Capítulo 1. Primeras Pisadas
Al escuchar un poco de la vida y obra del patrono de las escuelas lasallistas, San Juan Bautista de La Salle, en infantil mundo se comenzó a gestar una actitud de aprender y saber de él, además de buscar la manera de seguir su correcta formación en la fe, viviendo en fraternidad, orientada la misma al servicio desmedido a las personas que así requieran ayuda.
Técnicamente llegué a sentirme como cualquier fanático que sigue a su artista favorito 2 semanas después con apenas 7 años, me atreví a preguntarle al hermano Ramiro algo más acerca de La Salle, él se tocó su bigote negro y por su calva mientras decía: “Jorge, es a Jesús Nuestro Señor a quién debes de conocer, amar y servir”.
Recuerdo que firmemente le volví a cuestionar, pero él inteligentemente apagó ese tierno cuestionar diciéndome: “San Juan Bautista de La Salle fue un niño como tú, que conoció, amó y siguió a Jesús, y eso despertó en él la Fe al conocerlo, Fraternidad al aprender a amar a sus semejantes, y Servicio al ayudar a todo aquel que lo necesite”
Aún recuerdo al imponente hermano Ramiro, él fue un hombre alto algo delgado y muy optimista; tenía su forma particular de indicarnos nuestras faltas, pues en lugar de reprender con el típico jalón de orejas, simplemente se limitaba a tomarnos de un hombro y presionarlo a modo de que se sintiera que el hombro se había dislocado produciendo un dolor efímero.
Por lo general él vestía una guayabera color café y pantalón del mismo color, algunos de mis amigos comentaban que provenía de algún cuartel militar; en lugar de sentir temor a su presencia, muchos de ellos incluso yo lo veíamos con un profundo respeto rebasado por nuestro cariño.
Caso contrario era el Hermano Argéo, hombre de menor estatura y diminutos ojos cubiertos siempre por sus anteojos “fondo de botella”, era rudo al reprender, pero noble al perdonar. Al igual que el hermano Ramiro, su optimismo y ecuanimidad, eran sus principales virtudes, que tanto maestros, alumnos, y padres de familia admiraba.
Ellos casi siempre, vestían la indumentaria correspondiente a su ordenación, es decir, su hábito negro, de cuerpo entero y el Rabat blanco, alzacuellos.
Bajo el compromiso y Consigna de ser signos vivos de frío sin un Pide al igual que casi todos los maestros vivían a flor de piel la escala de valores características del cristianismo y doctrina lasallista.
Es decir, pregonaban con el ejemplo fehaciente la fe y por amor a sus semejantes todos siempre dispuestos a servir.
En esa etapa de mi vida, desde la primaria hasta la secundaria, he formado un maravilloso compendio de experiencias retos triunfos y fracasos los cuales atesoro y recuerdo a cada paso que doy