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ALFIL

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29-11-2021

Historias de vida cuento o relato

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ALFIL, narra a la perfección aquellos pasajes relatados en aquellas bitácoras misioneras,  dotados de su respectivo crecimiento y reflexión ante cada sotuación vivida, donde los valores previamente aprendidos, son puestos a prueba constante, incluso al presentar su sintomatología de Esclerosis Múltiple.

En el juego de la vida, un bien usado ALFIL, puede llevar al Triunfo.

Leer primer capítulo

 

Primer capítulo

Capítulo 1. Primeras Pisadas

Al escuchar un poco de la vida y obra del patrono de las escuelas lasallistas, San Juan Bautista de La Salle, en infantil mundo se comenzó a gestar una actitud de aprender y saber de él, además de buscar la manera de seguir su correcta formación en la fe, viviendo en fraternidad, orientada la misma al servicio desmedido a las personas que así requieran ayuda.

Técnicamente llegué a sentirme como cualquier fanático que sigue a su artista favorito 2 semanas después con apenas 7 años, me atreví a preguntarle al hermano Ramiro algo más acerca de La Salle, él se tocó su bigote negro y por su calva mientras decía: “Jorge, es a Jesús Nuestro Señor a quién debes de conocer, amar y servir”.

 

Recuerdo que firmemente le volví a cuestionar, pero él inteligentemente apagó ese tierno cuestionar diciéndome: “San Juan Bautista de La Salle fue un niño como tú, que conoció, amó y siguió a Jesús, y eso despertó en él la Fe al conocerlo, Fraternidad al aprender a amar a sus semejantes, y Servicio al ayudar a todo aquel que lo necesite”

Aún recuerdo al imponente hermano Ramiro, él fue un hombre alto algo delgado y muy optimista; tenía su forma particular de indicarnos nuestras faltas, pues en lugar de reprender con el típico jalón de orejas, simplemente se limitaba a tomarnos de un hombro y presionarlo a modo de que se sintiera que el hombro se había dislocado produciendo un dolor efímero.

 

Por lo general él vestía una guayabera color café y pantalón del mismo color, algunos de mis amigos comentaban que provenía de algún cuartel militar; en lugar de sentir temor a su presencia, muchos de ellos incluso yo lo veíamos con un profundo respeto rebasado por nuestro cariño.

Caso contrario era el Hermano Argéo, hombre de menor estatura y diminutos ojos cubiertos siempre por sus anteojos “fondo de botella”, era rudo al reprender, pero noble al perdonar. Al igual que el hermano Ramiro, su optimismo y ecuanimidad, eran sus principales virtudes, que tanto maestros, alumnos, y padres de familia admiraba.

Ellos casi siempre, vestían la indumentaria correspondiente a su ordenación, es decir, su hábito negro, de cuerpo entero y el Rabat blanco, alzacuellos.

Bajo el compromiso y Consigna de ser signos vivos de frío sin un Pide al igual que casi todos los maestros vivían a flor de piel la escala de valores características del cristianismo y doctrina lasallista.

Es decir, pregonaban con el ejemplo fehaciente la fe y por amor a sus semejantes todos siempre dispuestos a servir.

En esa etapa de mi vida, desde la primaria hasta la secundaria, he formado un maravilloso compendio de experiencias retos triunfos y fracasos los cuales atesoro y recuerdo a cada paso que doy


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