Comienza a leer

Iniciar sesión con Entreescritores

¿Has olvidado tu clave?

Crear una cuenta nueva

Libros publicados

 

Primer capítulo

TODO TIENE UN INICIO

Fredy no era más que un hombre como muchos otros, intentaban hacer lo correcto, besaba el culo de muchos para intentar encajar en una sociedad cada vez mas enferma.  No era feliz, no sabía cuál era el paso que debía seguir, no comprendía porque mierda seguía sentado, fumando, tomando, solo en el balcón de su hogar.  La noche cada vez se hacía más clara y él seguía allí.  Era una enfermedad, una puta manía sobre no entender que mierda debería reemplazar.  Bebía whiskey, era lo único real en su vida, aparte de fumar.  Estudiaba y aun sigue haciéndolo, tal vez por obligación o porque todos lo hacían. - ¿Una moda?, ¿Acaso esto no es lo mío? -.

No tenia novia, pero creía en el amor, -“¡eso tan patético.  Convierte a todos en un montón de putos retrasados¡”- pero se sentaba, día a día en el balcón, esperando que llegue, ansiando poder sentirlo, mientras bebía, fumaba.

Su vida no era solo esto, su vida ha sido un viaje realmente patético para poder llegar a lo que es.  Su vida se ha movido en lo que socialmente se conoce como enfermo, grosero, asqueroso, retorcido.  Monogamia, poligamia, alcohol, drogas, incomprensión, absurdas emociones.  Pero él seguía día a día, sentado, fumando, tomando.  Esperaba, con la esperanza aun en sus entrañas.        -¡Llegara, se que así será!.

Era viernes en la noche.  Fredy estaba acostado mirando tv, mirando mujeres por la ventana, intentando descifrar los estúpidos y para nada importantes misterios del internet.  Pensaba, “mierda, no quiero esta acá.  Necesito salir, respirar, beber, fumar y tener sexo”.

El teléfono sonó.

-¿Aló?

-Fredy, hablas con Mónica.

-Hola Mónica, ¿Qué quieres?

-Ven a mi casa, todo lo que tu amas en esta vida se encuentra aquí.  Podrás tenerlo todo, y no tendrás que esforzarte por ello.

-¿De qué mierda hablas?

-¡Alcohol!, no hablo de otra cosa.  Maldito enfermo.

-Está bien, ya voy para allá.

Fredy nunca se sentía realmente cómodo en este tipo de lugares, gente desconocida tomando, fumando, teniendo sexo sin importarles si alguien los miraba, grababa, o intentaba unirse.  El odiaba a la gente.  Mucho más cuando ellos intentaban ser interesantes frente a él, le importaba una mierda quien este, o quien hable, y mucho menos con quien deseen las mujeres acostarse.  El vivía su mundo.  Le gustaba estar solo, lo ayudaba a pensar, a desenredar el mundo, a ver más allá de las mierdas y las pretensiones.  Mirar directamente a los ojos de una persona y poder ver directamente hacia su alma. 

A nadie tampoco le importaba que nada le importara a Fredy.  Aun así lo buscaban, lo necesitaban, les gustaba tenerlo cerca.  Al parecer era agradable mientras se encontraba con personas alrededor, pero en su mente siempre estaba el odio hacia todos.

-Hola, Fredy.  Creí que no llegarías.

-No me había bañado y tal vez no lo hice bien.  ¿Me das un trago?

-Si, aquí tienes.  Como te gusta.  Mira, te presento a mi amiga.  Ella es Andrea.

-Hola.  ¿Puedo fumar, Mónica?

-Si, pero debes hacerlo en el balcón.

Fredy lo sabía, el “balcón”, es su lugar, nunca se aparta de él, hace parte de él. “ ¿Qué tan enfermo puedo estar?”.

-Iré contigo, Fredy.  También quiero fumar.

-Como quieras, Andrea.

Fredy sirvió dos tragos.  Le dio uno a Andrea.  Encendió  dos cigarrillos.

-¿Y tú que haces, Fredy?

-Estudio, ¿Y tú?

-También.  ¿Tienes novia?

-¡No!.  Me encantan tus piernas, son hermosas.

-¿Qué te gusta de ellas?

-Bueno, por un lado son largas, con un color que no puede ser descrito.  No sabes dónde empiezan y donde terminan.  Desconoces la razón de el porque son tan putamente hermosas, solo lo sabes, y las admiras.  Deseas tocarlas, y no puedes.  Intentas descifrar que piensan.  Quieres mirarlas más allá de la simple imaginación.  Quisiera poder estar en ellas.

-¿Te han dicho que eres realmente vulgar, grosero, un hijo de puta, morboso, y un asqueroso?

-Si, me lo han dicho, algunas veces.

-¿Y crees que todas esas personas tienen razón?

-No lo sé, no me importa.  Digo lo que pienso, pienso lo que digo.  Hablo mucha mierda eso lo sé, pero cuando digo algo reamente enserio, enserio lo digo.

-Es verdad Fredy, si hablas mucha mierda.  A nadie puede importarle, no me importa lo que pienses de mis piernas, o si intentas acostarte conmigo.  No quiero saber si deseas verme desnuda, y mucho menos si deseas “follar” conmigo.

-¿Follar? ¿Qué eres.  Una española en celo?

-No seas grosero conmigo.  A las mujeres no nos gusta que nos hablen así.  Tal vez es por eso que no tienes novia.  A ninguna mujer le importara querer a un hombre que solo piensa en si mismo y no deja de hacerlo con la cabeza del pene.  No nos gusta que ya nos estén comiendo si aun no han intentado conquistarnos.  Nosotras si creemos en el amor, lo esperamos, y lo idealizamos.  No somos tan asquerosos como ustedes los hombres.

-Yo creo en el amor.

-No, no lo haces.  Estas aquí parado frente a mí, mirando mis tetas, mi culo, mis piernas.  Indirectamente admitiste querer acostarte conmigo.  No has dicho nada lindo sobre mí, no has intentando conocerme.

-¿Quieres que te conozca?

-Si, quiero que preguntes sobre mi vida.  Quiero que intentes ver lo bello que hay en mí.  Quiero que me digas que soy hermosa, pero no por tener un par de tetas grandes o piernas lindas o un culo que solo provoca tocar.  Quiero que veas más allá de todas las mierdas y las pretensiones.

-¿Para qué quieres que vea lo “bello” que hay en ti?.  Lo único que quiero es tener sexo contigo.

-Nunca lo tendrás, mi vagina está cerrada a tu asquerosa cosa.  No quiero hablar más contigo, no quiero saber nada de ti.  No quiero que sepas nada de mí.  Eres un patético egocentrista, narcisista que no piensa más que en su puto placer y no en el corazón de nosotras las mujeres.  Nosotras somos mucho más que tu.  Tú eres mierda, no eres más que basura frente a mí.  Nunca tendrás sexo, morirás masturbándote.  Odiaras ser lo que eres.  Y morirás con nada más que tu patética soledad.  Chao, hijo de puta.

-Fue un placer conocerte, Andrea.

Fredy se sirvió otro trago.  Siguió solo en el balcón, fumando, pensando, tomando.  “Debo admitir que estaba demasiado buena,  Tal vez debí simplemente engañarla para acostarme con ella”. 

El reloj cada vez marcaba una hora tras otra, la noche se hacía clara.  Fredy no había hecho más que estar en el balcón, mirando a toda la gente bailar, gritar, reír.  Muchas personas se acercaron a conocerlo, como lo hizo Andrea.  Todos terminaban repudiándolo.  Mónica era la única que podía comprenderlo, era su amiga.  Ella lo conocía.

-Sigues aquí solo.  ¿No es así, Fredy?

-No soy ajeno a la soledad, me agrada, me hace amarme a mí mismo.  Más de lo que el patético amor puede hacerme amar a alguien más.

-No mientas, tú no crees eso.  Intentas ser fuerte frente a todos.  Cuando realmente no le importa a nadie todo eso.  Te escondes, no intentas conocer realmente a alguien.  Te muestras con odio,  grosero y asqueroso.  ¿Como pretendes que alguien realmente pueda quererte así?

-Tú me quieres, ¿No es así?

-Si, yo te quiero.  Pero solo porque he podido ver el hombre que eres, y de que eres capaz.  No está fachada de un hombre que odia a las mujeres.  A nadie le importa si una te lastimo antes, si te uso o si simplemente no pudo seguir contigo porque no quiso ver más allá de las mierdas y las pretensiones.  El pasado no puede lastimarte más.

-El pasado no me lastima.  Estas completamente equivocada, no soy como soy porque me botaron como si fuera un simple condón usado.  Soy como soy porque así soy.  No amo a las mujeres, porque no merecen ser amadas.  Son seres que simplemente pueden estar en nuestras vidas, son necesarias.  Pero no pueden ser más importantes que yo.  El sexo es genial con ellas, lo adoro.  Pero no pretendo hacer parte del corazón de una mujer.  No me interesa.

-Se que mientes Fredy, y eventualmente lo notaras.  Te quiero, eso lo sabes, pero si dices amar tanto el sexo, al menos deberías intentar tener algo esta noche.  Cada vez es mas tarde, las mujeres no te verán como alguien a quien desean romperle la pelvis.  Serás el tipo raro en el balcón, nada más.

-… Déjame tomar tranquilo, Mónica.

-Como quieras.

Por más orgullo que tuviera, Fredy sabía claramente que Mónica tenía toda la razón.  “Amo el sexo, debería realmente intentar acostarme con alguna de ellas”, “Mónica no es una opción, ¡Mierda!”.

Fredy se sirvió un trago más.  Andrea se acerco, le pidió un trago.  Se miraba algo borracha.

-Discúlpame, Por todo lo que te dije.  No es verdad.  Eres lindo.  Y honesto.

-Estas borracha, no sabes lo que dices.  Tampoco me importa.

-Quiero tener sexo contigo.

-Yo también quiero tener sexo, pero no quiero meter mi “tranca” en una mujer que lo único que hizo durante toda la noche fue insinuar que nunca ninguna mujer querría acostarse conmigo, Y se la paso hablando con todas las mujeres del lugar sobre lo asqueroso, morboso, y ridículo que soy.

-Déjame compensarte por todo eso.  Puedo ser mucho más de lo que puede imaginar tu linda cabeza de mí en la cama.  Solo déjame probarte que quiero tu “tranca” en mi vagina.

-¿Y yo que gano con esto?.  Seré el sujeto raro que no tiene ni una mierda de orgullo y decidió caer ante unas tetas hermosas , un culo soñado y unas piernas siempre deseables.

-Cuando hablas morbosamente, eres un poeta.  ¿Te han dicho que eres un poeta cuando hablas de esa manera frente a una mujer?

-Creí que no era más que un patético, ridículo, y estúpido sujeto asqueroso.

-Lo eres, pero te deseo.  Quiero tenerte dentro de mí.  Quiero que me hagas lo que nadie ha pensado hacerme.

-Está bien.  Pero necesito un trago.

Fredy sirvió nuevamente un trago.  Andrea lo tomo de la mano.  Lo llevo hasta un cuarto donde estaban ellos dos.

Andrea se desnudo.  Fredy la admiraba mientras seguía tomando.

-Tienes un cuerpo sensacional, Andrea.

-¿Quieres comerme?

-Si, si quiero.

Andrea beso a Fredy sin control.  Lo agarro.  Se monto encima del pene de Fredy.  Andrea empezó a quitarle el pantalón a Fredy.

-Esta noche quiero que sea inolvidable.  Quiero que me hagas sentir mujer de nuevo.

-¿”Mujer de nuevo”? ¿Qué clase de mierda significa eso?

-Antes de venir a este lugar, mi novio me dejo por otra.  El siempre fue malo en la cama.  Y tú solo con sentirte cerca de mí, hablándome de la manera que solo tú lo has hecho.  Sin ser el típico hombre de palabras lindas y repetibles, que esconden sus verdaderas intenciones detrás de una máscara de caballerosidad.  Tú no eres así, tú eres honesto.  Dices lo que realmente piensas.  Estoy tan mojada en este momento.   ¡Solo cómeme¡.

-Quieres decir que toda esta mierda, esta actuación.  Todo lo que me has dicho esta noche, el intento por tener sexo conmigo.  Todo esto es una mierda.  Estas despechada, todo lo que estás haciendo aquí no está más que motivado por tus patéticas emociones sobre un puto retrasado que seguramente lo tenía pequeño o no lograba tener una erección completa.  Te cambio.  Y ahora tu buscas consuelo en la personas más asquerosa que conociste esta noche.  ¿Realmente crees que eso está bien?

-No lo sé, y no me importa.  Quiero tener sexo contigo esta noche.  ¿Acaso mi inestabilidad emocional te importa?.  ¿Me dirás que el narcisista ahora me respeta?

-No, no me importa una mierda lo que esté pasando en tu vida.  Quieres sexo.  Te daré lo que quieres.

-Me encantas esta noche, Fredy.  Tú si sabes lo que una mujer quiere en el momento.

La situación no dejaba de ser enfermiza, y retorcida.  Fredy se encontraba allí.  Mirando a esta mujer de cuerpo y rostro perfecto.  No la conocía.  Solo sabía que su nombre es Andrea, y que su novio la dejo por otra mujer.  No entendía el sentimentalismo de la situación.  No pensaba, no quería hacerlo.

-No puedo hacer esto Andrea.

Fredy se levanto, cogió sus cosas. 

-¿De qué mierda estás hablando? ¿Acaso no quieres comerme?

-Si, si quiero hacerlo.  Pero es claro que tú no quieres estar conmigo.

Fredy dejo la habitación.  Se despidió de Mónica mientras ella dormía con un cigarrillo en la mano.  Dejo el lugar.  Camino durante unos segundos por la calle.  Sabía que nada de lo que había hecho, hacia parte de lo que él consideraba ser.  “Ha pasado dos veces”.  Siguió su camino.  No volvió a saber de Andrea.


Comentarios

Te puede interesar