La principal problemática en el ejercicio de la arquitectura es la RESPONSABILIDAD, término que todos conocemos pero que no se aplica íntegramente en el campo de trabajo…. cuando alguien menciona la palabra “responsabilidad”, o todos salimos corriendo o todos miramos alrededor para ver quien levanta la mano al momento del error, al momento del regaño, de la sanción, al momento de la tragedia, al momento de que los errores cuestan dinero y por lo tanto desprestigio, porque nadie quiere sufrir la vergüenza y sin embargo es bajo estas circunstancias cuando más se aprende…. claro, nadie desea equivocarse, pero entonces…¿cómo vamos a aprender? Debería haber un equilibrio entre experiencia y honestidad, nadie lo sabe todo, ni lo domina todo. Por otro lado, tampoco se puede asegurar nada en una obra, o ¿sí? Y sin embargo tenemos que animarnos a tomar decisiones, a apostarnos, a arriesgarnos, porque lo peor que podemos hacer, como arquitectos, es quedarnos al margen, no hacer nada, no participar en la aventura de hacer o querer hacer arquitectura. Comentaba el peso de la responsabilidad que el arquitecto debe tener en cualquiera de sus proyectos con Salvador Reyes, arquitecto y amigo a quien aprecio mucho, y concluíamos que el comentario típico: “a mí me gusta dormir tranquilo por las noches”, argumentado por algunos arquitectos ó constructores, que según lo hacen todo “perfecto” e “indestructible”, es una gran mentira, y coincidíamos que en cuanto empezamos a asumir responsabilidades con nuestras obras y diseños, el sueño, irremediablemente, se va… se pasan las noches pensando: ¿será lo suficientemente resistente?, ¿se verá bien?, ¿funcionará? y ¿si no?, ¿se habrá tomado en cuenta aquel importante preparativo antes del colado?, ¿no quedara muy oscuro?, ¿se ventilara correctamente el espacio?, ¿se darán cuenta de que hay algunos errores en las dimensiones de aquellas ventanas?, ¿que están descuadradas?, ¿me alcanzará el dinero que tengo para terminar?… es una lista interminable de pendientes y responsabilidades que dejarían sin sueño al mas “santo”. Adicionalmente y personalmente tengo el vicio de que, cada vez que tengo oportunidad de visitar alguno de nuestros proyectos terminados, ando revisando el comportamiento de la estructura y el buen funcionamiento de todo, no lo puedo evitar. Es importante evaluar los resultados en el tiempo, que funcionó, que no funcionó, pues deseamos, ingenuamente, que sea para siempre.
El ejercicio de la arquitectura en México ha sido y sigue siendo motivo de crítica y escarnio social, a lo que, convenientemente, el arquitecto debería cobijarse en la HONESTIDAD, término también controvertido, pues supone la “totalidad” del ser, o se es o no se es honesto, no puede haber medias tintas… sin embargo reconocemos que no existe un ser humano supremo, mucho menos perfecto; pero bien interpretada, la honestidad, es una fuente de fortaleza al momento de compartir responsabilidades, sobre todo con la sociedad misma, “El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”….Es siempre y muy conveniente hacer conciencia que para realizar una obra se requieren de muchas voluntades: arquitectos, clientes, trabajadores y autoridades, en sintonía, en armonía, después de todo, todos estamos en el mismo barco y siempre convendrá llevarlo a buen puerto y a como dé lugar.
Los errores en obra, por ejemplo, se traducen en perdida de dinero y es ahí donde se toca la fibra más delicada de la sociedad, y se debe principalmente a la falta de experiencia, siempre cuestionable, pues la sociedad exige experiencia, pero ésta o bien llega por vía de los años o de una muy bien cultivada habilidad para construir, pero, ¿qué queremos?, ¿ideas “jóvenes”? o ¿ideas “maduras”? La respuesta se encuentra en el equilibrio de ambos valores, que poco o nada tienen que ver con la edad del arquitecto. Y por otro lado, si bien la falta experiencia puede ser “justificable” y “cuestionable” en el campo profesional, el abuso de confianza, que el arquitecto corrupto lo enmascara como “falta de experiencia” o “no lo tenía considerado”, es totalmente reprochable y debe sancionarse fuertemente, legalmente.
Pero, ¿de qué es responsable el arquitecto?, ¿por qué la sociedad nos tiene desconfianza?, ¿por qué la sociedad prefiere contratar a un maestro de obra o “contratista” o directamente a los artesanos especialistas? Aunque algunas respuestas están inherentes en el texto anterior, es conveniente acertar en los puntos básicos del ejercicio de la arquitectura: el Diseño, el Presupuesto y la Construcción, los considero básicos, pues la ausencia de alguno de ellos, nulifica el sentido mismo de la Arquitectura… de que me sirve un buen diseño, si no sé cuánto cuesta o no se construirlo, de que me sirve saber construir si no se diseñar, de que me sirve presupuestar algo que no se puede construir, u otras diversas y macabras combinaciones, pero analicemos uno por uno: