1. La ltima cena (Julio 1994)
Mara ese da no par ni un minuto, el pasaporte, la ropa muy bien doblada, los zapatos, los ttulos, el certificado de nacimiento, la bolsa de aseo, la bolsa de las pinturas.Senta como un sobresalto, una emocin que ya haba experimentado en el pasado, que la empujaba a dar saltos, a bailar al son de cualquier msica. Madre ma: la cena. Volver a ver a Roberto despus de lo que para ella era una eternidad, y el viaje; en dos das estara contemplando la torre de Londres. Abri de nuevo el mapa que haba comprado en la librera ms antigua de Ciudad Real, y se qued mirando el reverso donde aparecan los monumentos ms tpicos. Se puso el polo blanco de su hermana,unos vaqueros negros ceidos tambin de su hermana, toda su ropa estaba ya guardada en la maleta, -me estn un poco pequeos- pens, y recorri el pasillo hasta llegar a la habitacin de su hermana buscando el espejo. Este era el nico espejo de cuerpo entero en la casa y el armario que llevo su madre a su boda haca ya casi cuarenta aos. Se mir de frente, de perfil, murmurando -ests guapsima-, lanz un beso al espejo al estilo de Marilyn y sali corriendo dispuesta a pasar una noche en el campo.
Lourdes, su mejor amiga, que iba a ser sucompaerade fatigas en Londres, le haba dichoque haba cena de cumpleaos de Roberto. Esta cena era en el campo, en la pradera de la Virgen Blanca. Al no tener coche quedaron para ir andando los tres kilmetros de distancia que lo separaban del pueblo. Mientras caminaban iban ultimando los detalles de su inminente viaje a Inglaterra. Con la luz tenue del anochecer, el cementerio, los viedos, se iban deslizando a medida que caminaban como el fondo de un escenario. Lo nico que interrumpe la conversacin es un tractor que se aparta hacia la derecha de la carretera levemente para que ellas no tengan que bajarse a la cuneta, un agricultor del pueblo al que ellas conocen, as como a su familia e incluso la calle donde vive. El tractorista hace un ademn con la mano a modo de saludo y su amiga levanta la mano y le sonre. "Lourdes, porqu tienes que decirle hola a todo el mundo?" Lourdes sonri con una sonrisa verdadera que formaba parte de sus facciones. Lourdes siempre, siempre, desde que Mara tena uso de razn pareca estar feliz.
-Llevas el bolso?Me puedes guardar esto?- Mara le dio un paquete de tabaco y unpequeocolgante-amuleto: la mano de Ftima.
-Y sto? - Pregunt Lourdes.
- Lo llevo siempre. Dicen que protege de las enfermedades y atrae la buena suerte. Es que soy muy supersticiosa.
- Pues que no se te olvidellevrtelomaana -se lo puso en la palma de la mano y rio
-Como pesa!
Ella, se haba comprado el colgante en el rastro de Madrid haca aos, en una de sus visitas a su madre en el hospital. Era un colgante de plata muy labrado,con una piedra en forma de ojo de color azul, situada en la parte superior de la palma.
Los coches flamantes de sus amigos iban llegando y Mara vea a travs de los cristales de los coches los rostros altivos de sus amigas con sus novios al volante.Estas parejas se haban formado en los dos ltimos aos entre chicos y chicas de su misma pandilla y como si de una relacin causa/efecto se tratara, sus amigas pasaron a detestar el alcohol y a hablar de cosas que a Mara le causaban aburrimiento; elestrspor el inminenteexamendelas oposiciones, la mejor zona para comprar piso. Mara y Lourdes, en suslargas charlas hablaron muchas veces de que solo quedaban Lourdes, Marga y ella sin pareja oficial en la pandilla, aunque ella no senta envidia, ni siquiera haba reparado en ello como un desastre para la continuidad de la unidad del grupo de amigos.
Los coches buscaban el mejor aparcamiento en la oscuridad intentando esquivar los hoyos y zanjas que poblaban el terreno. Roberto atizaba la lumbre e iba y vena al maletero de su coche para sacar la sartn, la carne, el capacho, el hielo, los botellines, al mismo tiempo que bromeaba y saludaba amablemente a las chicas y sus novios. -Tuchi psame esa paleta-, dijo a Mara. Ella se sorprendi de que l le hubiera hablado, aunque hubiese sido solo para algo tan trivial como pedirle que le ayudase. Tuchi es el apodo carioso que le dieron sus amigas en quinto de EGB.
Mara mira continuamente a Roberto sin apenas darse cuenta, no por coquetera, le gusta mirarlo. Para ella, Roberto es un dios de pelo rubio y ojos azules con un enorme carisma, extrovertido, sensato, desvergonzado, presumido y con un aire de misterio.
Esa noche marc un antes y un despus en la vida de Mara, una noche clida de ltimos de Julio llena de estrellas. Roberto se sent a su lado al final de la noche cuando ya se haban ido las parejas y Mara sinti un repentino estremecimiento cuando not su mirada profunda por unos segundos, aunque para ella pudo ser una hora, un da, una eternidad. Una mirada que aun hoy perdura en su recuerdo.
-Y quin me lleva a m a casa? - Susurr Mara a su odo, ayudada por la osadaque produce elalcohol.
- Yo te llevo, espera a que recoja.