Vivimos en el año 2.022. Atravesamos el invierno. Brrrr, hace frio. Qué le vamos a hacer!. Hace unos 4.500 millones de años, en el Principio, no existían estas cuestiones de si es invierno o verano, de si hace calor o frío. Tras explosionar el Bing Bang, existe en el cielo un espacio ocupado. Lo observo desde lejos y veo un telón como negro, oscuro. En él, como si me acabara de dar un buen golpe en la cabeza, veo estrellas. Son millones y millones de puntitos luminosos. Son bolas de fuego, restos de lo que acaba de explosionar. Y.....¿pero qué ocurre con los puntitos?. Se mueven. Entre ellos hay como otro tipo de bolitas. Totalmente negras, es difícil observarlas. Casi se intuyen solo, cuando los puntitos luminosos, luminosas estrellas, comienzan a dar vueltas y vueltas a su enderredor. Y tantas vueltas dan que se forman como una especie de remolinos, estrellas girando en el derredor de agujeros que son oscuros, o negros. Es como si los agujeros negros las atrajera para guardarlas en su interior. A esos remolinos voy a llamar Galaxias. El fondo del telón está ahora lleno de galaxias. Millones y millones. Ahora tienen colores diferentes. Muchísimos colores. Y, oye, si es que, miralas, giran entre ellas. Qué espectáculo tan bello. Voy a llamarle Universo. No he mirado a derechas o izquierdas, arribas o abajos. Seguro que hay más telones o lienzos como éste. Bastante tengo con observar él "mío". Más adelante volveré y miraré a derechas e izquierdas, arribas o abajos. Vuelvo a mi lienzo, Universo lo he llamado. Cada galaxia tiene un nombre. Hay una que llaman Vía Láctea. Me pregunto a qué viene lo de láctea. Predominará lo femenino en este universo?. No me resultaría extraño, no. En fin. Hago zoom. Hago más grande la Vía Láctea. Quiero ver qué ocurre allí. Y creer en lo que vea.