KARMA:4.69 Iniciado 
Bilbao me vio nacer en el año 1967, y aunque berreé hasta enrojecer para anunciar mi presencia, el mundo apenas si se percató de mi llegada. La adolescencia me alcanzó rápidamente, viéndome emborronar cuartillas con textos y dibujos, gestos que continué perpetrando durante mi juventud, en la que editaba mis propios cómics y relatos para tratar de lograr la efímera dicha de que fueran leídos (¡¡y alabados!!) por mis compañías más cercanas.
Lidié también armas en ámbitos musicales, como cantante, guitarrista y teclista, participando en varias bandas de eso que algunos que dicen saber (aunque no sepan localizar el do4 en un pentagrama) etiquetan como pop-rock. Más tarde trabajé, una vez en posesión del título pertinente, como delineante en un estudio de arquitectura, experiencia que ocasionó una cierta frustración en mi ánimo, y tras la cual decidí replantearme un poco más atentamente mi vida. De tal forma que me embarqué en la etapa más dichosa de mi carrera (¿?) laboral, aquella que aunó una de mis, al parecer, más generosas capacidades, la de dibujar, con una de mis mayores pasiones, el cine. Así, durante década y media, desarrollé labores de animador principal y director de animación en numerosos spots para televisión, series y largometrajes para la gran pantalla, con colaboraciones para programas como el de Carlos Arguiñano, spots para Cola-Cao y Telepizza, series como Las tres mellizas, y películas como En busca del valle encantado, Pippi Calzaslargas o Anastasia, proyectos detrás de los que estaban productoras como Universal Pictures, 20Th Fox o Globomedia. Pero, puesto que todo suele tener un fin, esa etapa terminó y, desde hace ya ocho años, en un cambio no necesariamente deseado (no sabemos que vivimos en unos buenos tiempos hasta que pasan de largo) trabajo en el departamento de logística de cierta multinacional, sonriente ente devorador del pequeño comercio e incitador incansable al consumismo insostenible.
Y así, entre una cosa y otra, me he plantado en mis cuarenta y seis años y he escrito mi cuarto libro, “El rostro de la medianoche”. Antes de él, tengo escritas otras dos novelas (Pronto será invierno y Sombras en la arena) y un ensayo divulgativo de cuatrocientas cincuenta paginitas que llamo “Traficantes de dioses”, un alegato antireligioso que pretende ser un compendio de otros muchos libros que he leído sobre el tema y que siempre me han dejado con una sensación de encontrarlos cojos por una u otra causa.
Al tiempo, mis genes de músico compositor no me han abandonado, y sigo componiendo canciones (existe, oh, sí, un cd con 15 temas) y piezas orquestales, habiendo realizado la banda sonora musical para un par de cortometrajes.
Lo que el futuro me depare está aún en blanco. Sin duda, los posibles lectores, con la valoración de alguna de mis novelas, pueden contribuír a decantarlo en uno u otro sentido. Sea esto lo que demonios quiera significar.
ENTREVISTAS:
"La elaboración de la novela fue algo curioso, como la digestión lenta y pesada de una boa"