Beto Rivera Leiva

Perú · Piura
- Beto Rivera Leiva, ha leído 3 libros
- Beto Rivera Leiva, ha escrito 1 comentarios
- Beto Rivera Leiva, tiene 2 seguidores
Estaba esperando que el autobús inicie su marcha cuando de pronto apareció una mujer de cabello negro y ojos anchos. No sé de dónde vino, pero apareció de la nada y se ubicó a dos espacios más lejos de mi asiento. Yo; como de costumbre, deseaba que empiece la película que colocan cuando hay viajes largos… Y de pronto; sentí una mirada que buscaba ser interceptada. Era de aquella chica que estaba también interesada en la película, pero le era más difícil mirar pues la pantalla estaba a más distancia de ella. Tenía; prácticamente, que torcer el cuello cuarenta y cinco grados a la izquierda para ver... |
Debo confesar que la primera impresión que tuve cuando vi a esta chica fue de oposición pues daba la impresión de que estaba despeinada. Incluso me pareció insignificante. Parecía como si recién se hubiera levantado de dormir. Era fácil darse cuenta que llegó con retraso porque subió como si estuviera a punto de perder el autobús.
Y entonces sucedió…
El autobús empezó a moverse indicando que empezaba el viaje. Luego terminó el tráiler y empezó la película que tanto ansiaba.
Aquella joven estaba más que inquieta porque no podía ver la película en todo su esplendor. Y supongo que en esos momentos se le pasó por la cabeza lo siguiente:
“Me puedo sentar justo frente al televisor en ese asiento desocupado pero al costado está ese joven apuesto”.
-Jajaja. Eso no debió imaginar. Sólo pudo haber pensado: está ese joven y si me siento a su lado, éste puede intuir de que quiero algo con él. Pero ya nadie va a subir al autobús. Cuando termine la película puedo regresar a mi lugar y así evitar sospechas. Bueno, me cambiaré de lugar. ¡Qué importa!
Entonces, se armó de valor y lentamente; y como para no incomodarme, aquella chica se movió hacia el asiento desocupado y se sentó...
-¡Ay! Exclamó. De acá se ve mejor y volteó la mirada esperando a que dijera algo.
No tuve palabras en ese momento para confirmar lo que ella dijo pero sonreí un poco. Y al momento, incliné la cabeza en señal de conformidad como diciendo sí. A partir de allí, sólo recuerdo una escena de la película que estaban transmitiendo en donde una pareja; después de entrar a un costoso restaurante y pasarlo de lo más hermoso, termina enemistándose saliendo cada uno por su lado. Era como si esa escena de la película serviría para abrir la charla entre ambos... Y así fue.
-Que mal. Que mal... Susurraba la chica.
Luego; de su bolso, sacó papas fritas envasadas y empezó a comer. Se inclinó hacia el lado izquierdo; porque el bolso estaba a su derecha, y dijo lentamente: te invito.
Creo que invitó sus papas fritas porque hizo tanto ruido al abrirlas que quiso reducir la incomodidad producida invitándome papitas.
Volteé la mirada y como aceptando cogí un par de papas y agradecí. No sé cómo acepté, tal vez por cortesía ya que no me gusta ese tipo de comida. Pero en fin, lo hice.
-Creo que en vez de pelear deben conciliar o hacer acuerdos para tratar de llevarse mejor. Agregué estas palabras con la finalidad de ser escuchado por la chica.
No debió ser un ruido suave y remiso lo que dije ya que en el acto, la chica preguntó: qué quieres decir.
-Que las parejas deberían hacer acuerdos para tratar de llevarse mejor. Incluso debe haber un tiempo libre para cada uno. Porque casi siempre las mujeres piensan que el hombre es para ellos y que; estar casados o de novios, implica que sólo deben salir con ellas- respondí.
¿Te interesa seguir leyendo esta novela? Has click aquí abajo en: CLUB AL Q PERTENECE