Capítulo 1En algún lugar de la provincia romana de Judea. Año 33.El sonido en el interior de la taberna era ensordecedor. Su cercanía al puerto hacía de ella un lugar muy frecuentado por marineros y pescadores. El local sólo era apto para hombres para bien de ellas, pues el olor que desprendía el lugar ahuyentaba hasta las más valientes ratas. De entre las numerosas personas que se hallaban en el interior de la taberna en estos momentos se encontraba Benami.Benami era un pescador judío de unos 33 años aunque aparentaba una edad mucho mayor. Desde muy pequeño había tenido que ganarse la vida con los frutos del mar y la dureza de este oficio le estaba pasando factura. Tenía un aspecto corpulento lo cual provocaba que fuera una persona bastante respetada en el antro donde se encontraba ahora. Benami estaba casado y tenía tres hijos Como cada día al acabar la dura jornada de trabajo acudía la taberna a charlar amistosamente con sus amigos. Allí se solía emborrachar con el buen vino que allí se suministraba.No era fácil encontrar una taberna que sirviera vino apto para judíos o kosher. Éste desde el estado de la uva en la cepa hasta el momento de su consumo debía de cumplir una serie de requisitos. Una persona cualificada de religión judía certificaba que esto era así.¿Sabéis lo del falso Mesías?- preguntó Benami.Sí. Esta mañana he pasado por la puerta de la sinagoga y lo he visto. Una treintena de personas lo adoraban y lo seguían.- le contestó uno de sus amigos.Ayer el panadero me dijo que había visto con sus propios ojos como sanaba a una mujer ciega. Observó perfectamente como le puso saliva en los ojos y le dijo “ábrelos y verás por la gracia de Dios Padre”- le dijo otro amigo.Nuestro Mesías no es él. Si fuera nuestro anhelado Mesías nos liberaría de los crueles romanos que nos tienen atormentados a todos nosotros y a nuestras familias - decía Benami.¿Y comó explicas los milagros Benami?-No me creo que haga milagros. Debe de tratarse de algún truco sin duda.- Mientras tenía lugar esta conversación en la taberna, no muy lejos de allí, en un huerto junto al arroyo Cedrón, iba a ocurrir algo de enorme trascendencia en la historia de la cristiandad. En este lugar un grupo de personas se hallaba reunido en torno a un joven que les estaba dando un discurso a la sombra de un viejo olivo. Éste muchacho llevaba una abundante barba negra y vestía una túnica blanca. De repente la solemnidad del acto fue interrumpida de manera inesperada por la presencia de un grupo de soldados romanos.Mirad allí lo tenéis. Ese es el rey de los judíos junto a sus discípulos – dijo una persona que acompañaba a un grupo de centuriones romanos.¿A quién buscáis?- preguntó la persona que estaba dando la charla.A Jesús de Nazaret -le contestaron.Soy yo- dijo el joven.Apresarlo- ordenó el centurión.Judas no te guardo rencor por lo que acabas de hacer. Delatarme no ha sido una buena idea.- dijo Jesús dirigiéndose al hombre que acompañaba a los centuriones romanos.No puedo permitir que os entreguéis- dijo una persona del grupo de Jesús.Tranquilízate Pedro. Dios nos protege. Ten fe.-dijo Jesús.Pedro hizo caso omiso a Jesús, y sacando una daga de su cinturón cortó la oreja a un soldado romano. Finalmente fue reducido y detenido junto a Jesús.Jesús fue llevado ante el sumo sacerdote Caifás, que era quien había ordenado su detención por blasfemias. Juzgado por el Sanedrín fue considerado culpable. Como la justicia judía no podía sentenciar a nadie a muerte fue entregado al procurador romano Poncio Pilatos.¿Por qué me traéis este hombre y no lo condenáis vosotros?- preguntó Pilatos a Caifás.Nuestra justicia no permite la sentencia de muerte. Consideramos que este hombre ha hecho mucho daño a nuestro pueblo con sus calumnias. Él no es el Mesías- le contestó Caifás.Como nos encontramos en plena festividad de Pascua, y en esta fecha se indulta a un preso haré una cosa. Daré a elegir a la muchedumbre entre Jesús y el bandido Barrabás. Lo que decida el pueblo se cumplirá.Benami odiaba a los romanos. Sus padres fueron ajusticiados por ellos cuando el apenas tenía 9 años. Su tío se hizo cargo de él y le inculcó los valores de la religión judía. Nadie mejor que él para llevar a cabo este fin puesto que era el rabino de la principal sinagoga de Jerusalén. Deseaba la llegada del Mesías porque pensaba que con ella se acabaría la opresión de los romanos sobre su pueblo. Con los primeros rumores de la llegada del Mesías se ilusionó mucho. Ahora no tenía la menor duda, Jesús de Nazaret era un impostor que había atentado contra la fe de mucha gente.Aquella mañana había sido muy productiva para Benami. El mar había sido agradecido con su trabajo diario y lo había premiado con una gran pesca. Ese día se emborracharía para celebrarlo en la taberna del puerto. Antes tendría que vender el pescado en el mercado de Judea.El pobre mulo de Benami apenas podía arrastrar la carga del carro repleto de pescado. De repente algo le llamó la atención. Había un enorme griterío en torno al lujoso palacio del procurador Pilatos. Éste poseía la mansión más lujosa de toda Judea. Lo que daría él por poder vivir allí y no en la sencilla casa de adobe donde residía en compañía de su familia. Se acercó para averiguar a qué se debía tanto alboroto. En el balcón se podía observar a dos hombres atados semidesnudos custodiados por 4 centuriones romanos, el procurador Pilatos y el sumo sacerdote. Los gritos de la multitud eran ensordecedores. El procurador dio la orden de que se guardara silencio y la multitud obedeció en el acto. Todos eran conocedores de cómo se las gastaba Pilatos con aquellos que osaban obedecer sus órdenes.Pueblo de Judea. ¿A quién queréis que concedamos el indulto a Jesús el impostor o a Barrabás el asaltador de caminos?- decía gritando desde el balcón Pilatos.La decisión de la muchedumbre era clara. Jesús no gozaba de la simpatía de muchos judíos. En su mayoría pensaban que era un impostor que quería aprovecharse de ellos. Barrabás era un ser bastante despreciable. Se decía de él que sólo se había bañado cuando de pequeño se cayó accidentalmente a un arroyo, aunque aquello era anecdótico. Barrabás era un asaltador de caminos que no le temblaba el pulso a la hora de utilizar la violencia para obtener suculentos botines. En realidad antes de celebrar esta pantomima ya sabía que iba a ser liberado. A cambio se había comprometido a no delinquir si no quería ver en las llamas a él y su familia.Barrabás sería perdonado y el rey de los judíos moriría al día siguiente crucificado en el Gólgota. Benami celebró esta decisión del gobernador Poncio Pilatos. Ya tengo dos cosas para celebrar mientras me emborracho, pensó.Quería mucho a su madre. A pesar de ello, le asestó varios hachazos hasta acabar con su vida. Esa noche no quiso tomarse las pastillas. José acababa de cumplir 18 años y quería celebrarlo por todo lo alto con sus amigos. En la discoteca las copas de alcohol se sucedieron una tras otra hasta que un amigo le advirtió de que dejara ya de beber, dado su estado de gran embriaguez. Desde muy corta edad le diagnosticaron esquizofrenia paranoide con un alto componente de agresividad, lo cual le obligaba a un rígido control médico y una estricta medicación. El consumo de alcohol lo tenía terminantemente prohibido pues podía provocarle estados de paranoias con alto componente de violencia.Esa noche se saltó el protocolo, y como consecuencia de ello, sobrevino la desgracia. Regresó muy tarde a casa, lo cual provocó el enfado de su madre. Tras una discusión subida de tono, la esquizofrenia hizo aparición en el muchacho. No pudo controlarse y cogió el hacha que tenían junto a la chimenea para cortar leña. Con una brutalidad inusitada lanzó uno tras otro varios certeros hachazos al cuerpo de su madre.A consecuencia de aquello José se hallaba actualmente ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Bétera. Se le consideraba un peligro para la sociedad.Pensaba mucho en ella. Allí entre las cuatro paredes blancas de su habitación, el tiempo pasaba muy lentamente sin ningún atractivo para él. Llevaba encerrado en la misma celda del hospital desde el día de su ingreso hace 10 años. Pero hoy no se encontraba solo. Delante de él, emergiendo de la nada, se hallaba una extraña luminiscencia. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudo observar más nítidamente de que se trataba. Era el espectro de su madre. Tenía el aspecto de la última vez que la vio después del asesinato. Llevaba un camisón completamente ensangrentado. Pero lo que más llamaba la atención de este ente fantasmagórico era la cabeza. Le faltaba un fragmento a consecuencia del impacto del hacha sobre ella y le sobresalían los sesos. No mostraba un comportamiento de odio hacia su hijo, sino más bien todo lo contrario, una gran compresión y cariño.Mamá perdóname. Yo no quería matarte- decía sollozando el muchacho.Te perdono hijo. Ahora me tienes que acompañar- le dijo el espectro de su madre.No podemos salir de aquí. La puerta está cerrada.Tú sígueme. Eso no es problema- y diciendo estas palabras la puerta se abrió misteriosamente.Era ya muy tarde y la mayor parte del personal se hallaba en sus casas durmiendo. Los que estaban de guardia estaban tan entretenidos con la final de la NBA que transmitían en directo por la televisión que no se percataron de la fuga del interno.Cuando se dio cuenta el muchacho, se hallaba en solitario y a oscuras, caminando por la carretera que unía el psiquiátrico con la población de Bétera. Sin embargo, el resplandor que emitía el espectro de su madre le permitía seguirle sin dificultad. Valeria era una joven de 18 años que vivía en la ciudad de Valencia. Su padre era director de una importante empresa y su madre regentaba una joyería de gran prestigio. Su acomodada posición económica junto a su atractivo físico hacía de ella una chica codiciada por los muchachos de su edad. Siempre había tenido relaciones con chicos de su escala social, sin embargo, en esta ocasión se sentía atraída por un muchacho humilde.Alejandro, que así se llamaba el chico, era un joven de 19 años que trabajaba en una hípica propiedad de la familia. El muchacho se había dejado los estudios este último año y se dedicaba por completo a la hípica. El duro trabajo que ejercía había influido notablemente en su aspecto. Su metro y 80 centímetros de estatura era pura fibra muscular. No era de extrañar que Valeria se hubiera fijado en él.La hípica se hallaba a unos 20 kilómetros de la ciudad de Valencia en plena Sierra de la Calderona. Su relación con él se limitaba únicamente a mensajes de móvil, porque de hecho ni se conocían en persona. Él era amigo de una amiga común de ambos. Compartía con Alejandro el amor por los animales. Nunca había montado a caballo. Esta noche tenía una cita con el muchacho en la hípica. Éste le había prometido que le enseñaría a montar.Ese día el padre de Valeria había dado permiso a su hija para que usara su audi A8 para ir a ver a su amigo.Alejandro era un chico al cual le era muy fácil concertar citas con chicas. Como en la hípica no había nadie por la noche, Alejandro aprovechaba esto para su propio beneficio. Era el lugar donde podía tener cierta intimidad con sus amigas.Valeria conducía feliz el audi de su padre. Tarareando una canción de Gemeliers que escuchaba en la radio la muchacha se aproximaba a su destino. Su felicidad estuvo a punto de truncarse por un accidente. De repente le apareció la figura de un hombre que con un pijama completamente blanco caminaba en solitario por el arcén de la oscura carretera. Recuperada del susto, aunque un tanto pensativa por la presencia del extraño individuo, continuó con su recorrido. Tras dejar a su izquierda el cuartel de la OTAN de Bétera y tomar varias curvas divisó la hípica.Allí se encontraba Alejandro en la puerta para recibirla con una linterna en la mano. La instalación ecuestre carecía de luz eléctrica.Hola Valeria que alegría conocerte en persona- dijo mientras la besaba en las mejillasHola Alex. En las fotos no pareces tan alto- dijo Valeria devolviéndole el saludo.Si te parece, te enseñaré la hípica, cenamos y luego vemos juntos en el ordenador alguna película.Vale genial. Tengo que estar en casa antes de las 3:00 que sino mi padre se enfadará conmigo.Por fin pudo abrazarse el uno al otro. Eran felices de ese momento de intimidad. Desconocían que unos siniestros ojos rojos les observaban atentamente tras unos matorrales.La noche era extrañamente silenciosa. No se oían los grillos. Había ausencia total de viento. El mal acechaba y las criaturas del monte lo intuían refugiadas en silencio.Alejandro le enseñó sus caballos e incluso la montó encima de uno de ellos. Tras una cena acompañada de abundante vino, las hormonas de la pareja se reactivaron y acabaron ambos acostados en la cama.Alejandro era un muchacho muy pícaro y usaba una técnica bastante repetitiva para atraer chicas a su cama. Primero les enseñaba sus dóciles caballos y luego las deleitaba con una suculenta cena cuya receta se la había enseñado su madre. Tras esto los vasos de vino en la cena se sucedían sin cesar. Era el momento de ver una película en el ordenador portátil juntos acostados en la cama. Siempre elegía una película de terror. De esta forma se garantizaba los abrazos de las chicas, muertas de pánico por la película. Tras el visionado del video Alejandro conseguía su objetivo, que no era otro que el de tener sexo con las chicas.Los gritos de gozo de los muchachos se oían desde el exterior de la vivienda. El placer de ambos producía un incremento del odio del ser que los vigilaba atentamente.Pronto gritarás de dolor. Os arrepentiréis de haber profanado mi descanso- murmuraba una voz tenebrosa en hebreo.La noche avanzaba rápidamente y la muchacha se dio cuenta que ya era tarde. Tenía que marchar hacia su casa si no quería que sus padres se preocuparan por su ausencia.Alejandro me tengo que marchar ya.- le dijo Valeria besándole.¿Te importa que no te acompañe? Estoy muy cansado. Hoy me he levantado a las 5 de la mañana para limpiar las cuadras. Aunque creo que tú me has dejado más agotado que el trabajo- dijo Alejandro riéndose.Es de noche. No me voy a ver- le dijo Valeria.Sólo tengo una linterna pero puedes alumbrarte con esa vela- dijo señalando un viejo candelabro.La muchacha se mostró un tanto sorprendida por el cansancio del muchacho, aunque lo entendía, era habitual que los chicos no aguantarán su ritmo. De todas formas el coche estaba aparcado muy cerca de allí.. ¿Nos volveremos a ver?- preguntó la muchacha.Claro Valeria. Lo he pasado muy bien contigo.Tras dejar a Alejandro exhausto en el lecho, se despidió de él y se marchó hacia el coche. Éste lo tenía aparcado a sólo 30 metros de allí. Valeria ignoraba el peligro que le acechaba. Le llamó la atención que al momento de salir de la vivienda comenzara a soplar el viento con bastante intensidad. Empezó a sentir un poco de miedo de que la vela se apagara. Aún recordaba la terrorífica película que acababa de visionar con Alejandro.Había una oscuridad prácticamente absoluta. De repente los caballos comenzaron a relinchar nerviosos, a la vez que aumentó la intensidad del viento. Ocurrió lo que nunca hubiera deseado que pasara Valeria. La luz de la vela se apagó de repente y se quedó completamente a oscuras allí en mitad del campo.Cuando giró de nuevo la cabeza para dirigirse hacia el coche algo terrorífico le hizo lanzar un grito enorme que se convirtió en desgarrador al notar como un hierro al rojo vivo impactaba en su cuerpo por varios puntos.Alejandro se encontraba acostado semidormido en la cama cuando unos aullidos angustiosos le pusieron la piel de gallina. Se trataba de Valeria sin duda. A duras penas encontró la linterna y salió desnudo de la habitación, pero eso poco importaba. Ante él yacía inmóvil el cuerpo de Valeria junto a un gran charco de sangre. En su pecho ensangrentado una marca de hierro con la figura de la estrella de David. Qué ser horrendo era capaz de tratar a Valeria como una res de ganado y con hierro al rojo vivo hacerle aquello.Se acercó a Valeria y escuchó su último aliento. Antes de morir la muchacha pudo murmurar “Huye de aquí, viene a por ti”.Aguanta Valeria. Te vas a curar- decía llorando Alejandro sujetando la mano de la chica.Unos extraños sonidos se oían en el bosque. Se trataba de unos murmullos de una voz desquebrajada en un lenguaje extraño para él. Los matorrales que estaban próximos a él comenzaron a moverse. Alejandro se hallaba paralizado de terror. Consiguió sobreponerse y salió huyendo rumbo a la vivienda. La puerta de ésta se hallaba atascada y no podía abrirla. Las voces se aproximaban a él. El sudor le caía por la frente. No quería morir, y menos de la manera en que lo había hecho su desdichada amiga.Pegó una fuerte patada a la puerta y consiguió que ésta se abriera. Una vez dentro se encerró en su habitación. Buscó su móvil para llamar a la policía. Cuando lo cogió, a duras penas podía sujetarlo pues le temblaba todo el cuerpo por lo que acababa de ver. Marcó el número de la policía y esperó ansioso su llegada.Toda la zona alrededor de la hípica fue acordonada por las fuerzas de orden. El intenso vaivén de vehículos policiales producía un nerviosismo inusitado en los caballos allí encerrados.Un helicóptero oteaba desde el cielo la zona en busca del sospechoso. La oscuridad absoluta por la luna nueva más bien ayudaba poco. Dada la cercanía del cuartel militar de Bétera, los mandos policiales solicitaron ayuda al ejército, y estos comenzaron a peinar toda su área restringida.La policía científica estaba tomando huellas y buscando en torno al cadáver cualquier indicio que pudiera ayudar para la resolución del caso. Al mando del operativo se encontraba la teniente Dorado.La teniente Eva Dorado tenía 40 años y de ellos más de 20 años los había servido en la Guardia Civil. No fue fácil su vida laboral en el cuerpo de la benemérita. Con 18 años fue unas de las primeras mujeres en ingresar en la academia de la Guardia Civil. Su carrera profesional fue meteórica ascendiendo de cargo sin parar hasta ser teniente hacía 8 años. En estos 20 años en el cuerpo había visto de todo y apenas se impresionaba al ver cuerpos sin vida.Eva vivía sola, o más bien en compañía de su perrita “Raspas”. La historia de Raspas era apasionante. Era una perra adoptada. Recordaba aquel caso, hacía ahora unos 5 años. Un hombre asesinaba a su mujer e hijos e incendiaba a continuación la casa con él dentro. Los bomberos no pudieron rescatarlo con vida, pero sí un pequeño cachorro refugiado en un rincón de la habitación que aullaba de pánico por las llamas. La teniente Dorado cuando lo vio no dudó ni un solo momento en adoptarlo. Su vida sentimental estaba llena de desengaños amorosos y se encontraba en una etapa de su vida en la cual dudaba mucho de encontrar el verdadero amor. Era muy aficionada a ir al gimnasio a hacer diversas actividades, lo cual contribuía a que tuviese tan buen aspecto físico.La gente que la conocía la definían como una persona de fuerte carácter. Era muy autoritaria y no consentía que ningún hombre la discriminará por razón de sexo. Su trabajo le había costado el llegar hasta el puesto que ocupaba actualmente. En el trabajo no se fiaba de nadie y en la mayoría de los casos participaba muy activamente en las labores de campo. Tenía unos métodos de trabajo un tanto peculiares rozando la ilegalidad, pero según ella el fin justifica los medios.Eva Tenía el presentimiento que este caso iba a tener una complicada resolución. Lo que no le cabía la menor duda era que le venía en el peor de los momentos. Se rumoreaba que la iban a nombrar asesora del Ministro de Interior. Ahora, su nombramiento estaba en juego y dependía de la resolución de este homicidio.El espectáculo era dantesco. La muchacha aparecía totalmente bañada en un charco de sangre mostrando en su último gesto una imagen de dolor inconcebible. En su torso sellado a fuego vivo una estrella de David del tamaño de su mano. En cada punta de la estrella el sádico asesino le había incrustado un cuerpo afilado de origen desconocido.Es el asesinato más horrendo de toda mi carrera- decía un policía de mediana edad que se encontraba tomando huellas.De momento no hemos encontrado rastro de nada.- comentó otro.Pues no os queda a vosotros por ver en esta vida- dijo la Teniente Dorado que estaba oyendo la conversación.La teniente Dorado se acercó al cadáver de la muchacha y observó algo que le llamó la atención. Dentro de la boca le sobresalía algo. Se aproximó y con unas pinzas estiró. Era una especie de pergamino con algo escrito, pero no entendía su significado. Estaba en un extraño idioma. Disimuladamente lo introdujo en una pequeña bolsa de plástico y se lo guardó en el bolsillo de su americana. Ella dirigía la investigación y compartiría la información con quien considerara oportuno. Nadie le iba a quitar el puesto de asesora del ministro. Estaba harta ya de ver cadáveres. Deseaba un trabajo en un buen despacho.Los agentes que estaban allí no se percataron de la maniobra de la teniente Dorado.Mientras la policía científica se hacía cargo del cuerpo sin vida de la muchacha una pareja de agentes de la autoridad se encontraba interrogando a Alejandro. El muchacho se había convertido de momento en el principal sospechoso, al ser la última persona que vio con vida a la joven. Sin embargo, se decidió que lo mejor era posponer el interrogatorio dado el ataque de ansiedad que había sufrido el muchacho por la experiencia vivida. Libro compuesto por tres relatos de misterio. Estos son: La maldición del judío errante, El legado de la calavera y Terror en tiempos de cólera. En ellos un equipo peculiar de investigación compuesto por una teniente de la Guardia Civil, un profesor de arqueología y un experto en el mundo paranormal tendrán que resolver unos casos en los que las fuerzas del más allá están presentes. En la maldición del judio errante un ente de las tinieblas sembrará el terror en la Tierra como venganza por algo que le ha ocurrido. En el legado de la calavera conoceremos un mito milenario de las tierras gallegas, una procesión de muertos que vagan por la noche,la santa compaña. En el último, el terror en tiempos de cólera, un edificio de Valencia aloja como huésped la maldad en estado puro.El mar., 26 mar. 2019 21:06, Federico Sa
escribió:Capítulo 1En algún lugar de la provincia romana de Judea. Año 33.El sonido en el interior de la taberna era ensordecedor. Su cercanía al puerto hacía de ella un lugar muy frecuentado por marineros y pescadores. El local sólo era apto para hombres para bien de ellas, pues el olor que desprendía el lugar ahuyentaba hasta las más valientes ratas. De entre las numerosas personas que se hallaban en el interior de la taberna en estos momentos se encontraba Benami.Benami era un pescador judío de unos 33 años aunque aparentaba una edad mucho mayor. Desde muy pequeño había tenido que ganarse la vida con los frutos del mar y la dureza de este oficio le estaba pasando factura. Tenía un aspecto corpulento lo cual provocaba que fuera una persona bastante respetada en el antro donde se encontraba ahora. Benami estaba casado y tenía tres hijos Como cada día al acabar la dura jornada de trabajo acudía la taberna a charlar amistosamente con sus amigos. Allí se solía emborrachar con el buen vino que allí se suministraba.No era fácil encontrar una taberna que sirviera vino apto para judíos o kosher. Éste desde el estado de la uva en la cepa hasta el momento de su consumo debía de cumplir una serie de requisitos. Una persona cualificada de religión judía certificaba que esto era así.¿Sabéis lo del falso Mesías?- preguntó Benami.Sí. Esta mañana he pasado por la puerta de la sinagoga y lo he visto. Una treintena de personas lo adoraban y lo seguían.- le contestó uno de sus amigos.Ayer el panadero me dijo que había visto con sus propios ojos como sanaba a una mujer ciega. Observó perfectamente como le puso saliva en los ojos y le dijo “ábrelos y verás por la gracia de Dios Padre”- le dijo otro amigo.Nuestro Mesías no es él. Si fuera nuestro anhelado Mesías nos liberaría de los crueles romanos que nos tienen atormentados a todos nosotros y a nuestras familias - decía Benami.¿Y comó explicas los milagros Benami?-No me creo que haga milagros. Debe de tratarse de algún truco sin duda.- Mientras tenía lugar esta conversación en la taberna, no muy lejos de allí, en un huerto junto al arroyo Cedrón, iba a ocurrir algo de enorme trascendencia en la historia de la cristiandad. En este lugar un grupo de personas se hallaba reunido en torno a un joven que les estaba dando un discurso a la sombra de un viejo olivo. Éste muchacho llevaba una abundante barba negra y vestía una túnica blanca. De repente la solemnidad del acto fue interrumpida de manera inesperada por la presencia de un grupo de soldados romanos.Mirad allí lo tenéis. Ese es el rey de los judíos junto a sus discípulos – dijo una persona que acompañaba a un grupo de centuriones romanos.¿A quién buscáis?- preguntó la persona que estaba dando la charla.A Jesús de Nazaret -le contestaron.Soy yo- dijo el joven.Apresarlo- ordenó el centurión.Judas no te guardo rencor por lo que acabas de hacer. Delatarme no ha sido una buena idea.- dijo Jesús dirigiéndose al hombre que acompañaba a los centuriones romanos.No puedo permitir que os entreguéis- dijo una persona del grupo de Jesús.Tranquilízate Pedro. Dios nos protege. Ten fe.-dijo Jesús.Pedro hizo caso omiso a Jesús, y sacando una daga de su cinturón cortó la oreja a un soldado romano. Finalmente fue reducido y detenido junto a Jesús.Jesús fue llevado ante el sumo sacerdote Caifás, que era quien había ordenado su detención por blasfemias. Juzgado por el Sanedrín fue considerado culpable. Como la justicia judía no podía sentenciar a nadie a muerte fue entregado al procurador romano Poncio Pilatos.¿Por qué me traéis este hombre y no lo condenáis vosotros?- preguntó Pilatos a Caifás.Nuestra justicia no permite la sentencia de muerte. Consideramos que este hombre ha hecho mucho daño a nuestro pueblo con sus calumnias. Él no es el Mesías- le contestó Caifás.Como nos encontramos en plena festividad de Pascua, y en esta fecha se indulta a un preso haré una cosa. Daré a elegir a la muchedumbre entre Jesús y el bandido Barrabás. Lo que decida el pueblo se cumplirá.Benami odiaba a los romanos. Sus padres fueron ajusticiados por ellos cuando el apenas tenía 9 años. Su tío se hizo cargo de él y le inculcó los valores de la religión judía. Nadie mejor que él para llevar a cabo este fin puesto que era el rabino de la principal sinagoga de Jerusalén. Deseaba la llegada del Mesías porque pensaba que con ella se acabaría la opresión de los romanos sobre su pueblo. Con los primeros rumores de la llegada del Mesías se ilusionó mucho. Ahora no tenía la menor duda, Jesús de Nazaret era un impostor que había atentado contra la fe de mucha gente.Aquella mañana había sido muy productiva para Benami. El mar había sido agradecido con su trabajo diario y lo había premiado con una gran pesca. Ese día se emborracharía para celebrarlo en la taberna del puerto. Antes tendría que vender el pescado en el mercado de Judea.El pobre mulo de Benami apenas podía arrastrar la carga del carro repleto de pescado. De repente algo le llamó la atención. Había un enorme griterío en torno al lujoso palacio del procurador Pilatos. Éste poseía la mansión más lujosa de toda Judea. Lo que daría él por poder vivir allí y no en la sencilla casa de adobe donde residía en compañía de su familia. Se acercó para averiguar a qué se debía tanto alboroto. En el balcón se podía observar a dos hombres atados semidesnudos custodiados por 4 centuriones romanos, el procurador Pilatos y el sumo sacerdote. Los gritos de la multitud eran ensordecedores. El procurador dio la orden de que se guardara silencio y la multitud obedeció en el acto. Todos eran conocedores de cómo se las gastaba Pilatos con aquellos que osaban obedecer sus órdenes.Pueblo de Judea. ¿A quién queréis que concedamos el indulto a Jesús el impostor o a Barrabás el asaltador de caminos?- decía gritando desde el balcón Pilatos.La decisión de la muchedumbre era clara. Jesús no gozaba de la simpatía de muchos judíos. En su mayoría pensaban que era un impostor que quería aprovecharse de ellos. Barrabás era un ser bastante despreciable. Se decía de él que sólo se había bañado cuando de pequeño se cayó accidentalmente a un arroyo, aunque aquello era anecdótico. Barrabás era un asaltador de caminos que no le temblaba el pulso a la hora de utilizar la violencia para obtener suculentos botines. En realidad antes de celebrar esta pantomima ya sabía que iba a ser liberado. A cambio se había comprometido a no delinquir si no quería ver en las llamas a él y su familia.Barrabás sería perdonado y el rey de los judíos moriría al día siguiente crucificado en el Gólgota. Benami celebró esta decisión del gobernador Poncio Pilatos. Ya tengo dos cosas para celebrar mientras me emborracho, pensó.Quería mucho a su madre. A pesar de ello, le asestó varios hachazos hasta acabar con su vida. Esa noche no quiso tomarse las pastillas. José acababa de cumplir 18 años y quería celebrarlo por todo lo alto con sus amigos. En la discoteca las copas de alcohol se sucedieron una tras otra hasta que un amigo le advirtió de que dejara ya de beber, dado su estado de gran embriaguez. Desde muy corta edad le diagnosticaron esquizofrenia paranoide con un alto componente de agresividad, lo cual le obligaba a un rígido control médico y una estricta medicación. El consumo de alcohol lo tenía terminantemente prohibido pues podía provocarle estados de paranoias con alto componente de violencia.Esa noche se saltó el protocolo, y como consecuencia de ello, sobrevino la desgracia. Regresó muy tarde a casa, lo cual provocó el enfado de su madre. Tras una discusión subida de tono, la esquizofrenia hizo aparición en el muchacho. No pudo controlarse y cogió el hacha que tenían junto a la chimenea para cortar leña. Con una brutalidad inusitada lanzó uno tras otro varios certeros hachazos al cuerpo de su madre.A consecuencia de aquello José se hallaba actualmente ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Bétera. Se le consideraba un peligro para la sociedad.Pensaba mucho en ella. Allí entre las cuatro paredes blancas de su habitación, el tiempo pasaba muy lentamente sin ningún atractivo para él. Llevaba encerrado en la misma celda del hospital desde el día de su ingreso hace 10 años. Pero hoy no se encontraba solo. Delante de él, emergiendo de la nada, se hallaba una extraña luminiscencia. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudo observar más nítidamente de que se trataba. Era el espectro de su madre. Tenía el aspecto de la última vez que la vio después del asesinato. Llevaba un camisón completamente ensangrentado. Pero lo que más llamaba la atención de este ente fantasmagórico era la cabeza. Le faltaba un fragmento a consecuencia del impacto del hacha sobre ella y le sobresalían los sesos. No mostraba un comportamiento de odio hacia su hijo, sino más bien todo lo contrario, una gran compresión y cariño.Mamá perdóname. Yo no quería matarte- decía sollozando el muchacho.Te perdono hijo. Ahora me tienes que acompañar- le dijo el espectro de su madre.No podemos salir de aquí. La puerta está cerrada.Tú sígueme. Eso no es problema- y diciendo estas palabras la puerta se abrió misteriosamente.Era ya muy tarde y la mayor parte del personal se hallaba en sus casas durmiendo. Los que estaban de guardia estaban tan entretenidos con la final de la NBA que transmitían en directo por la televisión que no se percataron de la fuga del interno.Cuando se dio cuenta el muchacho, se hallaba en solitario y a oscuras, caminando por la carretera que unía el psiquiátrico con la población de Bétera. Sin embargo, el resplandor que emitía el espectro de su madre le permitía seguirle sin dificultad. Valeria era una joven de 18 años que vivía en la ciudad de Valencia. Su padre era director de una importante empresa y su madre regentaba una joyería de gran prestigio. Su acomodada posición económica junto a su atractivo físico hacía de ella una chica codiciada por los muchachos de su edad. Siempre había tenido relaciones con chicos de su escala social, sin embargo, en esta ocasión se sentía atraída por un muchacho humilde.Alejandro, que así se llamaba el chico, era un joven de 19 años que trabajaba en una hípica propiedad de la familia. El muchacho se había dejado los estudios este último año y se dedicaba por completo a la hípica. El duro trabajo que ejercía había influido notablemente en su aspecto. Su metro y 80 centímetros de estatura era pura fibra muscular. No era de extrañar que Valeria se hubiera fijado en él.La hípica se hallaba a unos 20 kilómetros de la ciudad de Valencia en plena Sierra de la Calderona. Su relación con él se limitaba únicamente a mensajes de móvil, porque de hecho ni se conocían en persona. Él era amigo de una amiga común de ambos. Compartía con Alejandro el amor por los animales. Nunca había montado a caballo. Esta noche tenía una cita con el muchacho en la hípica. Éste le había prometido que le enseñaría a montar.Ese día el padre de Valeria había dado permiso a su hija para que usara su audi A8 para ir a ver a su amigo.Alejandro era un chico al cual le era muy fácil concertar citas con chicas. Como en la hípica no había nadie por la noche, Alejandro aprovechaba esto para su propio beneficio. Era el lugar donde podía tener cierta intimidad con sus amigas.Valeria conducía feliz el audi de su padre. Tarareando una canción de Gemeliers que escuchaba en la radio la muchacha se aproximaba a su destino. Su felicidad estuvo a punto de truncarse por un accidente. De repente le apareció la figura de un hombre que con un pijama completamente blanco caminaba en solitario por el arcén de la oscura carretera. Recuperada del susto, aunque un tanto pensativa por la presencia del extraño individuo, continuó con su recorrido. Tras dejar a su izquierda el cuartel de la OTAN de Bétera y tomar varias curvas divisó la hípica.Allí se encontraba Alejandro en la puerta para recibirla con una linterna en la mano. La instalación ecuestre carecía de luz eléctrica.Hola Valeria que alegría conocerte en persona- dijo mientras la besaba en las mejillasHola Alex. En las fotos no pareces tan alto- dijo Valeria devolviéndole el saludo.Si te parece, te enseñaré la hípica, cenamos y luego vemos juntos en el ordenador alguna película.Vale genial. Tengo que estar en casa antes de las 3:00 que sino mi padre se enfadará conmigo.Por fin pudo abrazarse el uno al otro. Eran felices de ese momento de intimidad. Desconocían que unos siniestros ojos rojos les observaban atentamente tras unos matorrales.La noche era extrañamente silenciosa. No se oían los grillos. Había ausencia total de viento. El mal acechaba y las criaturas del monte lo intuían refugiadas en silencio.Alejandro le enseñó sus caballos e incluso la montó encima de uno de ellos. Tras una cena acompañada de abundante vino, las hormonas de la pareja se reactivaron y acabaron ambos acostados en la cama.Alejandro era un muchacho muy pícaro y usaba una técnica bastante repetitiva para atraer chicas a su cama. Primero les enseñaba sus dóciles caballos y luego las deleitaba con una suculenta cena cuya receta se la había enseñado su madre. Tras esto los vasos de vino en la cena se sucedían sin cesar. Era el momento de ver una película en el ordenador portátil juntos acostados en la cama. Siempre elegía una película de terror. De esta forma se garantizaba los abrazos de las chicas, muertas de pánico por la película. Tras el visionado del video Alejandro conseguía su objetivo, que no era otro que el de tener sexo con las chicas.Los gritos de gozo de los muchachos se oían desde el exterior de la vivienda. El placer de ambos producía un incremento del odio del ser que los vigilaba atentamente.Pronto gritarás de dolor. Os arrepentiréis de haber profanado mi descanso- murmuraba una voz tenebrosa en hebreo.La noche avanzaba rápidamente y la muchacha se dio cuenta que ya era tarde. Tenía que marchar hacia su casa si no quería que sus padres se preocuparan por su ausencia.Alejandro me tengo que marchar ya.- le dijo Valeria besándole.¿Te importa que no te acompañe? Estoy muy cansado. Hoy me he levantado a las 5 de la mañana para limpiar las cuadras. Aunque creo que tú me has dejado más agotado que el trabajo- dijo Alejandro riéndose.Es de noche. No me voy a ver- le dijo Valeria.Sólo tengo una linterna pero puedes alumbrarte con esa vela- dijo señalando un viejo candelabro.La muchacha se mostró un tanto sorprendida por el cansancio del muchacho, aunque lo entendía, era habitual que los chicos no aguantarán su ritmo. De todas formas el coche estaba aparcado muy cerca de allí.. ¿Nos volveremos a ver?- preguntó la muchacha.Claro Valeria. Lo he pasado muy bien contigo.Tras dejar a Alejandro exhausto en el lecho, se despidió de él y se marchó hacia el coche. Éste lo tenía aparcado a sólo 30 metros de allí. Valeria ignoraba el peligro que le acechaba. Le llamó la atención que al momento de salir de la vivienda comenzara a soplar el viento con bastante intensidad. Empezó a sentir un poco de miedo de que la vela se apagara. Aún recordaba la terrorífica película que acababa de visionar con Alejandro.Había una oscuridad prácticamente absoluta. De repente los caballos comenzaron a relinchar nerviosos, a la vez que aumentó la intensidad del viento. Ocurrió lo que nunca hubiera deseado que pasara Valeria. La luz de la vela se apagó de repente y se quedó completamente a oscuras allí en mitad del campo.Cuando giró de nuevo la cabeza para dirigirse hacia el coche algo terrorífico le hizo lanzar un grito enorme que se convirtió en desgarrador al notar como un hierro al rojo vivo impactaba en su cuerpo por varios puntos.Alejandro se encontraba acostado semidormido en la cama cuando unos aullidos angustiosos le pusieron la piel de gallina. Se trataba de Valeria sin duda. A duras penas encontró la linterna y salió desnudo de la habitación, pero eso poco importaba. Ante él yacía inmóvil el cuerpo de Valeria junto a un gran charco de sangre. En su pecho ensangrentado una marca de hierro con la figura de la estrella de David. Qué ser horrendo era capaz de tratar a Valeria como una res de ganado y con hierro al rojo vivo hacerle aquello.Se acercó a Valeria y escuchó su último aliento. Antes de morir la muchacha pudo murmurar “Huye de aquí, viene a por ti”.Aguanta Valeria. Te vas a curar- decía llorando Alejandro sujetando la mano de la chica.Unos extraños sonidos se oían en el bosque. Se trataba de unos murmullos de una voz desquebrajada en un lenguaje extraño para él. Los matorrales que estaban próximos a él comenzaron a moverse. Alejandro se hallaba paralizado de terror. Consiguió sobreponerse y salió huyendo rumbo a la vivienda. La puerta de ésta se hallaba atascada y no podía abrirla. Las voces se aproximaban a él. El sudor le caía por la frente. No quería morir, y menos de la manera en que lo había hecho su desdichada amiga.Pegó una fuerte patada a la puerta y consiguió que ésta se abriera. Una vez dentro se encerró en su habitación. Buscó su móvil para llamar a la policía. Cuando lo cogió, a duras penas podía sujetarlo pues le temblaba todo el cuerpo por lo que acababa de ver. Marcó el número de la policía y esperó ansioso su llegada.Toda la zona alrededor de la hípica fue acordonada por las fuerzas de orden. El intenso vaivén de vehículos policiales producía un nerviosismo inusitado en los caballos allí encerrados.Un helicóptero oteaba desde el cielo la zona en busca del sospechoso. La oscuridad absoluta por la luna nueva más bien ayudaba poco. Dada la cercanía del cuartel militar de Bétera, los mandos policiales solicitaron ayuda al ejército, y estos comenzaron a peinar toda su área restringida.La policía científica estaba tomando huellas y buscando en torno al cadáver cualquier indicio que pudiera ayudar para la resolución del caso. Al mando del operativo se encontraba la teniente Dorado.La teniente Eva Dorado tenía 40 años y de ellos más de 20 años los había servido en la Guardia Civil. No fue fácil su vida laboral en el cuerpo de la benemérita. Con 18 años fue unas de las primeras mujeres en ingresar en la academia de la Guardia Civil. Su carrera profesional fue meteórica ascendiendo de cargo sin parar hasta ser teniente hacía 8 años. En estos 20 años en el cuerpo había visto de todo y apenas se impresionaba al ver cuerpos sin vida.Eva vivía sola, o más bien en compañía de su perrita “Raspas”. La historia de Raspas era apasionante. Era una perra adoptada. Recordaba aquel caso, hacía ahora unos 5 años. Un hombre asesinaba a su mujer e hijos e incendiaba a continuación la casa con él dentro. Los bomberos no pudieron rescatarlo con vida, pero sí un pequeño cachorro refugiado en un rincón de la habitación que aullaba de pánico por las llamas. La teniente Dorado cuando lo vio no dudó ni un solo momento en adoptarlo. Su vida sentimental estaba llena de desengaños amorosos y se encontraba en una etapa de su vida en la cual dudaba mucho de encontrar el verdadero amor. Era muy aficionada a ir al gimnasio a hacer diversas actividades, lo cual contribuía a que tuviese tan buen aspecto físico.La gente que la conocía la definían como una persona de fuerte carácter. Era muy autoritaria y no consentía que ningún hombre la discriminará por razón de sexo. Su trabajo le había costado el llegar hasta el puesto que ocupaba actualmente. En el trabajo no se fiaba de nadie y en la mayoría de los casos participaba muy activamente en las labores de campo. Tenía unos métodos de trabajo un tanto peculiares rozando la ilegalidad, pero según ella el fin justifica los medios.Eva Tenía el presentimiento que este caso iba a tener una complicada resolución. Lo que no le cabía la menor duda era que le venía en el peor de los momentos. Se rumoreaba que la iban a nombrar asesora del Ministro de Interior. Ahora, su nombramiento estaba en juego y dependía de la resolución de este homicidio.El espectáculo era dantesco. La muchacha aparecía totalmente bañada en un charco de sangre mostrando en su último gesto una imagen de dolor inconcebible. En su torso sellado a fuego vivo una estrella de David del tamaño de su mano. En cada punta de la estrella el sádico asesino le había incrustado un cuerpo afilado de origen desconocido.Es el asesinato más horrendo de toda mi carrera- decía un policía de mediana edad que se encontraba tomando huellas.De momento no hemos encontrado rastro de nada.- comentó otro.Pues no os queda a vosotros por ver en esta vida- dijo la Teniente Dorado que estaba oyendo la conversación.La teniente Dorado se acercó al cadáver de la muchacha y observó algo que le llamó la atención. Dentro de la boca le sobresalía algo. Se aproximó y con unas pinzas estiró. Era una especie de pergamino con algo escrito, pero no entendía su significado. Estaba en un extraño idioma. Disimuladamente lo introdujo en una pequeña bolsa de plástico y se lo guardó en el bolsillo de su americana. Ella dirigía la investigación y compartiría la información con quien considerara oportuno. Nadie le iba a quitar el puesto de asesora del ministro. Estaba harta ya de ver cadáveres. Deseaba un trabajo en un buen despacho.Los agentes que estaban allí no se percataron de la maniobra de la teniente Dorado.Mientras la policía científica se hacía cargo del cuerpo sin vida de la muchacha una pareja de agentes de la autoridad se encontraba interrogando a Alejandro. El muchacho se había convertido de momento en el principal sospechoso, al ser la última persona que vio con vida a la joven. Sin embargo, se decidió que lo mejor era posponer el interrogatorio dado el ataque de ansiedad que había sufrido el muchacho por la experiencia vivida.