PREÁMBULO
Esta es la historia de Gabriel Linares, una persona como cualquier otra, con defectos y virtudes, limeño, bien limeño, mazamorrero, como se dice por ahí. Alto, flaco, de lentes, a quien muchas veces se le ve pensativo, meditabundo, como si algo le preocupara; otras veces se le ve leyendo, leyendo cualquier cosa. Muchos dirían al verlo por primera vez que es una persona introvertida, callada, tímida, pero al conocerlo bien se dan cuenta que es todo lo contrario: conversador, bromista, sociable y, además, bibliotecario. Sí bibliotecario o bibliotecólogo o bibliotecónomo que al fin y al cabo es lo mismo. Aquella profesión que es tantas veces tan incomprendida para algunos, tan desconocida para otros, que muchas veces se piensa que se trata tan solo de un viejito renegón de lentes medio doblado que usa guardapolvos y que cuando no está sentado leyendo, está jalando un carrito lleno de libros. Esa imagen que se encuentra en el imaginario de la mayoría de las personas es obviamente un prejuicio que no valora la preparación académica ni la importancia que tiene, sobretodo hoy en día, una disciplina encargada de administrar la información en la era del conocimiento que estamos viviendo. Además Gabriel es un amante de la lectura y todo aquel que sea amante de la lectura, sabe que ella te lleva a desarrollar la imaginación, visitando lugares y tiempos lejanos donde uno nunca estará, conocer a personajes célebres y no tan célebres y compartir sus experiencias hasta el punto de identificarte con ellos o llegar a ser parte de la trama.
Se invita, pues, al amable lector a hacerse partícipe de las vivencias de Gabriel mediante el recorrido de las siguientes líneas.