La Cajera

Las Últimas Huellas Daniel García Caro
16-02-2013
Contemporánea cuento o relato
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Una pareja de ancianos entra en una oficina bancaria justo a la hora de cerrar. Sólo quieren...robar el banco.
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Las Últimas Huellas Daniel García Caro
16-02-2013
Contemporánea cuento o relato
3
Una pareja de ancianos entra en una oficina bancaria justo a la hora de cerrar. Sólo quieren...robar el banco.
La Cajera
Rosaura y José subían la empinada cuesta que lleva hasta la plaza con la lentitud y la pesadumbre que da el haber llegado a los ochenta.
-Mujer, ¿estás segura de lo que vamos a hacer?. Si no puedo con mi alma; ¿cómo nos metemos en semejante locura?
- Confía en mí José, no hay más salida, sabes que lo hemos intentado y no ha podido ser…
- Se nos va a caer el pelo Rosaura, somos gente honrada y a la gente honrada no le salen bien estas cosas, te lo tengo dicho; que a cabra que sale del camino, perro que le muerde el culo.
- No te preocupes, sé lo que me traigo entre manos, por favor confía en mí y mantén la calma. Acabaremos enseguida.
En un costado de la plaza está la única oficina bancaria de la pequeña localidad tinerfeña, unos metros antes de la entrada Rosaura miró a la torre de la iglesia y comprobó que faltaban escasos minutos para las dos de la tarde.
- Arréglate un poco marido, tienes una mancha en la camisa, siempre vas manchado, parece grasa, ¿con qué diablos te has hecho esto?
-Para manchas estoy yo, deja la camisa como está, ¿cómo puedes estar pendiente a semejante machangada con lo que se nos viene encima? Anda, demos media vuelta y vamos a ver las noticias de la tele…
- Si sales corriendo y no me apoyas en esto te pongo las maletas en la puerta de la calle…
-Mujer…
-Y dejo los calzoncillos que tengo para lavar por fuera para que los vecinos vean como derrapa tu bicicleta.
- Joder Rosaura- maldijo sumido en la más amarga de las derrotas.
-Buenas tardes- saludó la afable anciana de blanca melena- ¿se puede?
La empleada echó un vistazo a su reloj de muñeca y miró tímidamente a su jefe.
-Vamos a cerrar Rosaura. ¿No puedes venir mañana?
-Es importante Mateo -respondió- si todo sale bien acabaremos enseguida. Falta un minuto.
-Está bien, pasen. Cierra la puerta Sofía, así evitamos que se nos meta más gente. Todos tenemos derecho al descanso- dijo con evidente incomodidad.
La cajera obedeció al ejecutivo y bloqueó la entrada.
-A esta muchacha no la conozco -dijo la mujer refiriéndose a la oficinista- ¿es nueva?
-Es su primer día.
-¿Y de dónde vienes hija?- preguntó José.
-¡No la llames hija!- le regañó su esposa -¿qué confianzas son esas?- le dijo propinándole un codazo.
-No importa- dijo Sofía algo nerviosa- hasta el día de ayer trabajaba en departamentos centrales, pero la empresa está reubicando al personal. La crisis.
-La crisis mi niña, esa es la causa de nuestra visita…
-¿Puedo sentarme? -preguntó José- estoy un poco cansado.
- Claro…y tómate unas tostadas -masculló Mateo por lo bajini -Tú dirás- dijo de mala gana.
-Pues bien, no perdamos el tiempo, no es que sea de nuestro gusto -divagó la anciana.
-Rosaura -interrumpió el de la entidad metiéndole prisa.
-Hemos venido a robar el banco.