CAPITULO I
Del inicio de los tiempos
Al comienzo era la singularidad, era la Nada y era el Todo. Había terminado un Ciclo y el Absoluto no se encontraba manifestado. Luego en una fracción de tiempo inentendible, Menaih se manifestó a través de diversas creaciones. Hubo una gran explosión de energía donde comenzó el espacio tiempo para dar cabida a lo que conocemos como universo físico y el cosmos. Menaih entonces crea a los Elohim o dioses menores, que son los que continúan la tarea creadora en los distintos universos. Deriva la tarea principal a 3 Elohim, Miriahn, Arish y Thorab. Estos tres Elohim son los encargados de terminar la creación de Menaih, dando forma a todas las cosas que conocemos. Su primera creación fueron las estrellas, las galaxias, los planetas, todos y cada uno de ellos cuidadosamente dispuestos con diferentes condiciones, no escatimaron ningún esfuerzo, todo fue creado y dispuesto hasta la misma frontera extrema del universo. Por un tiempo vieron maravillados su creación y dieron gracias a Menaih por haberles compartido sus dones. Pero dentro de todas las cosas que crearon los Elohim una llamó poderosamente la atención de El creador, un pequeño planeta azul que giraba alrededor de una estrella brillante y que a la vez a este planeta lo gravitaba una pequeña luna. Aquel planeta era un diminuto punto azul en la negrura y la inmensidad del cosmos pero desde el mismo momento que Menaih lo vio despertó en él un profundo amor tal así que convocó a los tres Elohim y les dijo:
-hemos creado muchas cosas, todas sin duda alguna hermosas, han puesto todo su esfuerzo para complacerme, yo he compartido parte de mi sabiduría y poderes con ustedes y no me han decepcionado, me han maravillado con todas las cosas que han creado pero una por sobre todo me ha cautivado, aquel planeta azul que gira alrededor de aquella estrella, señalando al sol, ¿me podéis decir cómo se llama y quien lo creó?-.
-Se llama tierra y fui yo quien lo creó-. Respondió Arish.
-pues bien-. Siguió el creador. -Creo que es lugar indicado para continuar con toda la creación pues aún falta mucho por hacer-.
En efecto el creador y los tres Elohim se dirigieron a la tierra, allí Menaih les dijo:
-he aquí mi decisión, este lugar es el elegido para ser la casa de mis hijos que estarán pronto por ver la luz del día, ustedes serán los que hagan de este lugar un sitio habitable para ellos, para ello a cada uno de ustedes le hago entrega de esto-. Y les entregó una gema, tal joya brillaba más que cien luces de estrellas juntas además de ser de una extremada belleza. -dentro de estas gemas que se llaman Timbilis, los portadores de vida, está la luz del mundo-. Prosiguió Menaih. -Solo piensen en lo que desean crear, pongan la gema en lo alto y dejen que la luz del sol traspase sus cristales y verán como sus deseos se hacen realidad. Pero cuidado-. Advirtió el creador. -No dejen que esta gema los gobierne, pues es tanto el poder que tiene que pareciera que tiene deseos propios, por eso úsenla con inteligencia y bondad, cuiden de sus pensamientos cuando la estén usando-.
Entregó entonces a cada Elohim un Timbilis, cada uno de ellos lo contempló asombrados pero uno en especial amó a su gema más que a nada, Miriahn el Elohim orgulloso puso todo su amor y más tarde toda su codicia al servicio de la joya. Y así fue como todo se hizo, Thorab separó las aguas abundantes y creó los mares y los ríos y todas las fuentes y cataratas y las aguas de los cielos y fue así como se creó la lluvia; Miriahn por su parte amante de las formas creó todas las montañas, riscos, desiertos y todos los desniveles de la faz de la tierra; Y por último Arish el más querido por Menaih, amante de la vida, con la ayuda de su Timbilis creó todo lo verde del planeta, los árboles, las plantas, el pasto, todas las flores terrestres y marinas, los bosques, los valles, y no solo creó las plantas sino que todos los animales, los terrestres, los que vivían en el mar y los que volaban los cielos, todo lo hecho fue de agrado del creador en especial lo hecho por Arish, tal cosa despertó en Miriahn un sentimiento para él nuevo, sentimiento que desde ese momento creció día tras día en el corazón del más orgulloso de los Elohim. Viendo El creador que esta tierra era más habitable les habló a los Elohim con las siguientes palabras:
-he visto lo que han hecho de este lugar y me ha gustado en demasía, los mares y los ríos son de una extremada belleza-. Dirigiéndose a Thorab. -la lluvia es un fenómeno increíble, haz hecho que me sienta orgulloso de ti. Y a ti Miriahn te digo-. Continuó diciendo Menaih con una voz que sonaba como la más hermosa de las melodías. -que las montañas son realmente hermosas, algunas verdes otras grises y otras blancas cubiertas de nieve, de verdad que has hecho un trabajo admirable–. Terminó diciendo el creador. -y por ultimo tú–. Dirigiéndose a Arish. -tu creación es la que más me ha hecho feliz, los bosques son realmente hermosos, lo mismo que los verdes valles y prados, las flores todas con diferentes colores y olores, toda una gama de animales haz creado cada uno de ellos con diferentes características, haz hecho de este sitio un lugar más habitable para mis hijos que pronto estarán por venir-.
Esto último y la complacencia de Menaih con la creación de Arish siguieron acrecentando en Miriahn aquel sentimiento de desconformidad que pronto se convertiría en un odio mayúsculo y que traería a esta nueva tierra días de inmenso dolor y muerte.